Cuando un presidente se dirige a la Asamblea General de Naciones Unidas, el mundo escucha. Más allá de la retórica diplomática, estos discursos funcionan como una vitrina internacional en la que los países proyectan identidad, valores y oportunidades. En el caso de Uruguay, Yamandú Orsi abrió su intervención con una imagen que resume mucho más que geografía: “un país pradera con balcón al mar, donde la tranquilidad y la hospitalidad de su gente son señas de identidad”.
Ese comienzo, sencillo y cercano, es también un mensaje estratégico para el turismo y la inversión. En un planeta atravesado por tensiones geopolíticas, incremento del gasto militar y conflictos abiertos, Uruguay se presenta como un país de paz, diálogo y estabilidad. Esa reputación es la que valoran los viajeros que buscan experiencias auténticas y seguras, y también los inversores que apuestan por mercados confiables para desarrollar proyectos de mediano y largo plazo.
El presidente remarcó que en Uruguay los cambios de gobierno no se traducen en crisis institucionales, que los contratos se cumplen y que la estabilidad macroeconómica es política de Estado. Estos atributos, que parecen administrativos, son en realidad diferenciales competitivos: en el turismo internacional, la seguridad jurídica y la previsibilidad son tan importantes como las playas, la gastronomía o el enoturismo.
Al poner énfasis en la vocación de paz y el multilateralismo, el discurso refuerza una marca país que trasciende la política. Uruguay no compite por volumen, sino por calidad: por atraer turismo de alto valor, inversiones en infraestructura sostenible, congresos y eventos internacionales. Cada frase pronunciada en Nueva York puede leerse como un argumento más para consolidar a Uruguay como destino confiable en el sur del sur.
En un mundo convulsionado, donde la incertidumbre aleja viajeros e inversores, Uruguay tiene la oportunidad de destacarse por lo que ofrece de manera genuina: confianza, hospitalidad y estabilidad. El discurso en la ONU es una señal clara de que el país entiende que la diplomacia también se traduce en desarrollo turístico y en nuevas posibilidades de inversión.


