En nuestra edición del pasado 3 de mayo, https://eldia.uy/el-pequeno-presidente-y-este-diario/ recordamos una de las muchas clausuras a la que se vió sometido nuestro medio de comunicación. Ello se produjo mediante un decreto del Poder Ejecutivo.
En el “Año de la Orientalidad”, este narrador tenía nueve años de edad. Cada uno de los deberes que me sugerían en la escuela número 39, de segundo grado, Grecia, debían incluir dicha mención.
El Dr. Luis Franzini Batlle que tiene unos años más que yo, me explicó un pasaje obscuro de dicho acto normativo que no pude interpretar. Decía el mismo:
“Que es responsabilidad irrenunciable del Gobierno de la República mantener la situación de seguridad nacional alcanzada en el ejercicio de su derecho y deber ante la conspiración contra la Patria desarrollada por la acción ilegítima del marxismo internacional: situación que precisamente, permite al mencionado diario la manifestación de sus opiniones políticas que, cuando se cometían graves delitos contra sus locales y la propia persona de sus redactores, no podía realizar con la libertad que ahora goza”.
Debo confesar que soy un hijo de la versión progresista de nuestra República, quién le ha dado su sello en los últimos 20 años y por lo tanto desconocía de qué hablaba el Poder Ejecutivo autocrático, a los dos años del quebrantamiento institucional.
Franzini me comentó que el 22 de octubre de 1971, el Sr. José Pereyra González, co- director, Redactor Responsable y Secretario de redacción de EL DIA, fue secuestrado en las primeras horas de la tarde por integrantes de un grupo revolucionario progresista que había recurrido a la lucha armada. No puedo asegurar que se tratara de vuestros admirados Tupamaros.
Exactamente a la hora 13, como lo hacía todos los días, el sexagenario salió de su residencia, ubicada en la Rambla de Villa Biarritz, para dirigirse a nuestra redacción a cumplir su labor.
En la puerta lo aguardaba el conductor de la camioneta de la empresa, el Sr. Victor Fabbri y en el interior del vehículo, el reportero gráfico Pedro Trujillo, quién terminaba de cubrir una información.
Tras dominar – con la amenaza de armas de fuego- a los dos compañeros, los valientes progresistas, que se hacen respetar como ninguno cuando se munen de armas de fuego, introdujeron en la camioneta a nuestro Redactor Responsable y se dirigieron hasta la esquina de Solano Antuña y Luis de la Torre, donde fue cambiado a otro vehículo.
En el vehículo de EL DIA quedaron maniatados con alambre y amordazados con cinta adhesiva, Fabbri y Trujillo.
Nuestro medio de comunicación vivió horas de mucha tensión por los innumerables problemas de salud que aquejaban al periodista. Aparentemente estuvo recluido en una instalación subterránea. Fue liberado a los seis días.
El 24 de octubre emitimos el siguiente editorial.
Aquí estamos y aquí nos quedamos. El secuestro de Pereyra González constituye un despiadado desgarrón para nuestra casa. Su ausencia, impuesta por una delincuencia salvaje con loca pretensión de redentora, golpea directamente nuestra sensibilidad y estremece hasta lo más recóndito de nuestro ser.
Los derechos bárbaramente arrancados a Pereyra González en ese instante, son en verdad los derechos del periodismo. Los derechos de cada uno de los lectores que nos acompañan y nos prefieren por acto de su libertad. Por defender esos derechos y los de los que no nos prefieren y los de quienes nos combaten, por defender el fuero del periodismo, por defender la libertad: AQUÍ ESTAMOS Y AQUÍ NOS QUEDAMOS.
El Sr. Pereyra González fue liberado el 28 de octubre y dejado en la esquina de Garibaldi y Marsella, a la hora 19 y 50.
