Ahora leyendo:
Una noche histórica, con acertijos
Artículo completo: 4minutos para leer

Una noche histórica, con acertijos

Con ese ingenio, creatividad y humor negro que tienen los argentinos para describir situaciones —“el corralito”, “el dólar blue” “la scanoleta”, “los arbolitos”— un colega allende el Plata me proponía que la elección de hoy parecía salida de Marvel: era entre el guasón y el acertijo. 

Y ganó el acertijo, por una diferencia abrumadora (en Córdoba, como el Fernet, me dijo periodista argentino: 75% a 25%). Pero más allá de la chispa, una realidad. . . Ahora es el tiempo de las respuestas.

En el ambiente de bipolaridad que ganó a nuestros hermanos argentinos desde la primera vuelta, una vez que las pocas opciones de centro quedaron por el camino, el antagonismo — reflejado y promovido por los medios de comunicación— quedó reducido a mensajes simples:  la casta frente a los outsiders, y lo ultraliberal contra el populismo.

Menos simple, naturalmente, es imaginar cuáles son las implicaciones al momento de dirimir el antagonismo.

Como uruguayo, asumiendo que transitamos caminos de convivencia política en los que hasta ahora resolvemos las diferencias con un temple menos radical, me resultaba hasta injusto, si se quiere, que las opciones de la ciudadanía argentina quedasen acotadas al descarte del descarte, porque cuando eso ocurre las razones tras la decisión se desdibujan.

Por eso rescato las palabras del candidato perdedor, el oficialista Sergio Massa: «que vengan las nuevas generaciones, sigamos haciendo el recambio transicional y democrático, que miles de jóvenes se sigan enamorando de que Argentina es un gran país”. Ojalá sean sinceras.

Terribles, en cambio, fueron las manifestaciones del presidente colombiano Gustavo Petro que, olvidando su rol de jefe de Estado, se pareció más a un ciudadano argentino dolido por la derrota, que a un presidente responsable que tiene el comando de la diplomacia de su país.

Pero más allá de las manifestaciones expresadas inmediatamente después de conocido el resultado, es claro por donde pasaron las cosas luego del resultado electoral. Vale la pena notar que sea el propio candidato vencido, hasta hoy ministro de Economía, quien reconozca tácitamente que el gobierno que integra no estuvo a la altura, pasando la responsabilidad de su cartera al gobierno electo: “desde mañana, la tarea de dar certezas y transmitir garantías sobre el funcionamiento, social político y económico es responsabilidad del presidente electo. Esperamos que así lo haga”.

Pero si bien es cierto que Javier Milei puede ser un acertijo, y exigirle certezas resulte válido, la situación general de nuestro vecino no le pertenece aún. Es al gobierno a quien compete dirigir al país y Massa fue incapaz de frenar el deterioro económico al que los electores quieren poner fin con su voto del domingo. Como sea, el reconocimiento, tardío, podría venir envenenado: según los medios argentinos, Massa considera pedir licencia a su cargo hasta el cambio de gobierno y vaya a saberse quién, a partir de mañana, tendría “la papa caliente” saltando en sus manos.

Ahora, si hubiese que contestar hoy alguna pregunta del acertijo que vino con el resultado electoral,  seguramente la respuesta —aún a las cuestiones más básicas—no va a encontrarse en el discurso del presidente electo. Que, aunque fue dado con sordina para acotar decibeles, no ofreció más certezas que las las sugeridas a tono de campaña: se le acabó a la casta, prometió para delirio de la audiencia que cantaba ilusionada que no va a quedar ni uno.

Las otras afirmaciones de Milei, como que los problemas que enfrenta la Argentina (y él, a partir del 10 de diciembre) se solucionarán con “la libertad”, ayudan poco. El concepto puede ser de fácil comprensión en tanto bien a resguardar en democracia, pero conceptualizarlo y poder aplicarlo en la práctica, en la tarea de gobierno, como programa de acción, es otra cosa.

Si me preguntan, las palabras del nuevo presidente, como festejo, fueron excesivas. Y como pautas de su futuro accionar, pobres. Apenas si lograron trasmitir que los que quieran sumarse a su gobierno, están perdonados, vengan de donde vengan, como una amnistía —condicionada— después de una guerra.

Por lo demás, ¿?

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Input your search keywords and press Enter.