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Última encuesta de intención de voto en Argentina
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A horas de conocerse los resultados de las PASO, queda al descubierto un escenario con importantes síntomas de inestabilidad que, en definitiva, rematan en una conclusión: aún nada está completamente definido. Un conjunto de factores se asocian y potencian como principales causas de tal situación.

Roberto Bacman , exclusivo para El Día

Como punto de partida, es importante señalar que se detecta una diferencia exigua a favor de Juntos por el Cambio, que se ubica en el orden de los tres puntos porcentuales.  

Y aunque nada está cerrado aún, la incógnita en referencia al resultado final es importante.

Peronismo, una interna sin sorpresas

La coalición oficialista posee un desafío: la evolución de la economía. Su principal precandidato a presidente, Sergio Massa, es además el ministro del área y no ha renunciado para hacer campaña. Es innegable que carga sobre sus hombros una pesada mochila, que consiste en bajar la inflación, mejorar sueldos y lograr acrecentar las escasas reservas del Tesoro Nacional y de este modo  controlar el riesgo de corridas cambiarias. En tal dirección, aunque fue muy importante el acuerdo cerrado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), no logró evitar el hábito argentino de cubrirse en la moneda americana en períodos preelectorales, con el agravante que la trepada del dólar genera nuevamente expectativas inflacionarias. 

Sergio Massa dejó trascender que tras las PASO no dejará el ministerio, mientras prepara, junto a su equipo, medidas importantes para generar un aumento en base a una suma fija, más controles para evitar otra corrida del dólar y un fuerte combate a la inflación. 

Mientras tanto el principal candidato peronista atraviesa una interna apacible, y si la tendencia en las encuestas se mantiene, puede posicionarse como el candidato individualmente más votado en estas elecciones, que no es un tema menor. Pero aquí también nada está definitivamente cerrado aún.

Desde el punto de vista político electoral, Massa también debe preocuparse por crecer en dos flancos: contener al típico votante kirchnerista y no olvidarse del peronista clásico, que transita un camino de mayor moderación. De ahí sus reciente viajes al interior y actos en el conurbano bonaerense junto a intendentes de mucho peso y fuerza territorial: allí se está jugando otro partido importante.

Queda un segmento de independientes moderados que aún no se han decidido y ahí radica la oportunidad del ministro de Economía: atraerlos con su clásico discurso.

No tan juntos por el cambio

En la vereda de enfrente, la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta se está produciendo a cielo abierto. La ventaja que obtiene Patricia no es definitiva y el resultado aún es incierto.

Ambos se han corrido demasiado a la derecha, y aunque la campaña de la ex ministra de Seguridad es mucho más contundente en el posicionamiento, la inclusión de Gerardo Morales simboliza que el actual alcalde porteño ha decidido enfrentar a su contendiente de las primarias en su propio territorio y con un discurso orientado al núcleo duro de Juntos por el Cambio.

Asimismo se observa que la estructura de la intención de voto transita un terreno con una dinámica de permanente transformación: Juntos por el Cambio y Unión por la Patria comienzan a crecer (algunos puntos, aunque crecimiento al fin), mientras que Javier Milei ha comenzado un proceso de desgaste y descenso en las preferencias. Un proceso que empezó con los magros resultados obtenidos por su partido en las elecciones provinciales y que culmina con el escándalo de la venta de lugares en las listas, que incluso llegó hasta judicializarse.

El desgaste de Milei

El candidato libertario ya no representa potencialmente a un tercio del electorado, y se ubica en el eje del 18-19 por ciento. La mayor parte de la pérdida de alrededor de 5-6 puntos porcentuales de Javier Milei (especialmente el mes de julio pasado), está migrando a Patricia Bullrich, que mejora sus posibilidades en la dura interna con Horacio Rodríguez Larreta.

Milei ha tenido oscilaciones importantes a lo largo de estos últimos tiempos como producto de sus declaraciones disruptivas. En la actualidad algunos medios hegemónicos que lo impulsaron tiempo atrás, parecen haberle soltado la mano.

Hasta el momento, todo indica que el valor obtenido es su piso electoral, pero tampoco aquí es posible afirmar que existen certidumbres al respecto.

Las heridas que separan

Otro interrogante sustancial caracteriza al escenario electoral previo a las primarias: ¿Los votos de Bullrich y Rodríguez Larreta son sumables tras el resultado de las PASO? En el actual contexto dicha pregunta es difícil de responder. Cuando una interna escala tanto, es muy difícil encontrar la síntesis que permita poner en marcha la reconstrucción de los vínculos.

Si bien es cierto que terminada la interna, los cargos se distribuyen y la totalidad de los precandidatos elegidos se suben al mismo tren, quedan heridas que parecerían ser incurables. No solo en los propios políticos, sino en la gente, que en definitiva es la que decide con su voto.

¿De quién pueden estar más cerca aquellos ciudadanos que componen el núcleo duro de Bullrich si esta perdiese la interna? ¿De Larreta o de Milei? Por ahora es una pregunta contra fáctica. No se puede medir, pero la duda está expuesta.

Y si es Bullrich la que se impone en la interna: ¿el núcleo duro de los que optaron por el actual alcalde porteño, podrían poseer una afinidad natural con el discurso moderado de Sergio Massa?

Todo se presenta más complejo de lo que aparenta. 

Los votantes en transición

No queda duda alguna que el índice de participación se convierte en uno de los interrogantes de mayor importancia de cara a los comicios que se avecinan.

Es posible encontrar antecedentes que permiten detectar la tendencia a una menor participación. En primer lugar, es importante tener en cuenta que en las elecciones provinciales anticipadas y en la mayor parte de las provincias que concurrieron a las urnas, —ya sean en primarias como generales— el electorado mermó en promedio un 5 por ciento y, como  aspecto asociado, el voto en blanco creció un tercio.

Además, no debe perderse de vista un agravante: desde que fueron implementadas, las PASO se caracterizaron por poseer un nivel de participación algo más bajo que las generales. Un conjunto de diversas y heterogéneas causales pueden considerarse los principales factores que influyen en este fenómeno. 

Como punto de partida puede mencionarse la falta de motivación, apalancada en la inexistencia de competencia electoral, cosa que ocurrió en muchas elecciones de este tipo y que generó que las primarias se convirtieran tan solo en un trámite burocrático. 

El desconocimiento y el desinterés también juegan un papel preponderante. Muchos argentinos responden en las encuestas y comentan en los Grupos Focales que no votan en las internas porque no son obligatorias o porque las consideran de poca importancia. Desde esta perspectiva es posible suponer que en los próximos comicios no debería existir falta de interés. 

En la coalición opositora la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta está al rojo vivo. Y también existe competencia en Unión por la Patria, que aunque no es dura ni virulenta, le ofrece a sus potenciales votantes dos alternativas diferentes aunque complementarias, que, por lógica,  deberían despertar un mayor interés.

Mientras tanto, el enojo y la desilusión con la política —y los políticos— también subyace como otro elemento que en definitiva puede implicar un índice de baja participación.

En las elecciones de medio término de 2021 fue posible observar un nuevo comportamiento político electoral que se convierte en uno de los factores que permite explicar la baja participación que caracteriza a estos tiempos. Este segmento podría denominarse “votantes en transición” compuesto tres categorías: los que afirman que votarán en blanco, los que aseguran que están convencidos que no irán a votar y los clásicos indecisos.

En la última encuesta este segmento redondea un 15 por ciento. Es un valor para nada despreciable que se convierte en el ajuste fino de la predicción del resultado electoral.

Los votantes en transición están estrechamente relacionados con otro indicador: la segmentación política del electorado. Existen tres segmentos: los oficialistas, los opositores (cada uno de ellos con su núcleo duro y periferia) y los independientes. Los mayores índices de fidelidad y contención de votantes se produce en los núcleos duros; por el contrario, las periferias poseen un menor nivel de compromiso ya que en los últimos tiempos tienden a alejarse de la polarización.

Para que se entienda cómo funciona esta segmentación hay que recurrir a las elecciones nacionales de medio término de 2021. Un análisis de sus resultados permite comprender más a fondo la importancia de estos votantes en transición. En tales comicios Juntos por el Cambio se impuso con alrededor del 40 por ciento. Una situación extraña, ya que en 2019 Mauricio Macri fue derrotado con un valor similar.

En la antípoda, el entonces Frente de Todos se impuso cómodamente con el 48 por ciento en 2019, aunque en el 21 apenas obtuvo un 34 por ciento. ¿Dónde fue a parar esa pérdida? ¿Qué partido o coalición política se benefició con la capitalización de tamaña migración de votantes? Muy pocos, un porcentual casi insignificante. La mayor parte o bien no concurrió a votar o lo hizo en blanco.

Los valores expresados se convierten en una explicación contundente: el sector político que más arriesga, el que más está expuesto a este potencial no-voto como señal de alarma, es la coalición oficialista. 

Y este es otro de los desafíos para Unión por la Patria. Más allá de la economía, subyace esta otra cuestión. 

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