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“Sobre la Violencia” (IV)
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La Mirada de Slavoj Zizek

 

“Hay una vieja historia acerca de un trabajador sospechoso de robar en el trabajo: cada tarde, cuando abandona la fábrica, los vigilantes inspeccionan cuidadosamente la carretilla que empuja, pero nunca encuentran nada. Finalmente, se descubre el pastel: ¡lo que el trabajador está robando son las carretillas!”

 

Slavoj Zizek es un filósofo esloveno, nacido el 21 de marzo de 1949 en Liubliana, Eslovenia. Se ha destacado como una figura influyente en el campo de la filosofía contemporánea y es conocido por su estilo provocador y su enfoque interdisciplinario en temas que abarcan desde la teoría política y social hasta el cine y la cultura popular.

 

Su trabajo se caracteriza por un enfoque en el psicoanálisis, especialmente en la teoría de Jacques Lacan, y una perspectiva marxista crítica. Zizek se ha destacado por su capacidad para analizar y criticar los fenómenos contemporáneos, desde la globalización hasta la cultura popular, utilizando una mezcla de filosofía, psicoanálisis y crítica cultural. Su obra ha influido en áreas que van desde la filosofía política hasta los estudios culturales y el cine.

 

En “Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales” (2008) el autor argumenta que la violencia es inherente a la condición humana y que se manifiesta de diferentes formas en la sociedad. Sostiene que la violencia hacia los más débiles puede ser una forma de mantener el orden establecido, reforzando las estructuras de poder existentes. Además, plantea que la violencia puede surgir como respuesta a la opresión y la injusticia, aunque esto no justifica su uso.

 

En la frase mencionada al inicio de esta entrega, se presenta una historia aparentemente simple pero con una carga profunda de significación a efectos de la temática que nos convoca. Este relato del trabajador sospechoso de robar en el trabajo, pero que en realidad, está robando las carretillas, nos invita a reflexionar sobre la relación entre apariencia y realidad, y cómo esto puede relacionarse con la violencia. Los vigilantes de la fábrica sospechan del trabajador y buscan encontrar pruebas de su supuesto robo, pero nunca encuentran nada en la carretilla que empuja. Sin embargo, al final se revela que lo que realmente está robando son las carretillas mismas. Esta ironía nos lleva a cuestionar la forma en que percibimos y juzgamos las situaciones basándonos en apariencias superficiales.

 

Para Zizek, este fenómeno de juzgar y actuar en función de las apariencias puede estar relacionado con la violencia de diversas maneras. En primer lugar, podemos interpretarlo desde cómo puede llevar a la violencia física o psicológica hacia aquellos que son estigmatizados o juzgados injustamente debido a su apariencia. En el caso de la historia a la que hacemos alusión, el trabajador es sospechoso de robar simplemente por su apariencia o comportamiento, lo cual puede generar una reacción violenta por parte de los vigilantes. 

 

Desde otra perspectiva, la historia también puede ser interpretada en términos más amplios, abarcando dos conceptos en los que profundizaremos: la violencia estructural y sistémica. En este sentido, la historia nos muestra cómo las estructuras de poder pueden perpetuar la violencia de manera encubierta. Los vigilantes, que representan la autoridad en el lugar de trabajo, están más preocupados por encontrar pruebas de robo en la carretilla que por cuestionar el sistema que permite el robo de carretillas en primer lugar. 

 

En los dos primeros capítulos de “Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales”, en su característico análisis crítico y provocador, el autor nos adentra en la figura del tirano y desentraña los mecanismos que sostienen su poder. El tirano, como señala Zizek, no se limita a ejercer la violencia de manera directa y física; también utiliza la violencia simbólica como una herramienta de control y dominación.

 

La violencia simbólica, en este contexto, es la que opera en un nivel más profundo, influyendo en la percepción y la psicología de la población. Se manifiesta a través de la manipulación de la información, la propaganda, y la creación de un culto a la personalidad en torno al tirano. El control de la narrativa y la imposición de una versión específica de la realidad son herramientas esenciales para los fines del tirano. En este sentido, la población se ve sometida a una versión distorsionada de la verdad, donde el tirano se presenta como un líder legítimo y benévolo, mientras que quienes piensan diferente son aplastados y estigmatizados.

 

Desde esta perspectiva, tenemos un abordaje de la violencia en la sociedad contemporánea y cómo se ha convertido en una forma de comunicación y expresión. Zizek argumenta que la violencia se ha vuelto omnipresente en nuestra cultura, desde la violencia física y política hasta la violencia mediática y simbólica. La violencia se ha normalizado y se utiliza como una forma de llamar la atención y generar impacto. Zizek también examina cómo la violencia puede ser una respuesta a la opresión y la injusticia, y cómo puede ser utilizada como una forma de resistencia. Sin embargo, advierte sobre los peligros de la violencia desenfrenada, lo que nos lleva a la necesidad como humanidad, de encontrar formas alternativas de lucha y transformación social.

 

En un análisis de mayor profundidad, Zizek aborda la noción de “lo objetivo”, refiriéndose a las condiciones y circunstancias materiales que existen en el mundo. Estas condiciones objetivas pueden ser políticas, económicas, sociales o culturales, y tienen un impacto significativo en nuestra forma de vida, por lo que argumenta que no podemos ignorar ni subestimar la importancia de lo objetivo, ya que moldea nuestras posibilidades y limitaciones individuales y colectivas.

 

Examina también, cómo las estructuras y sistemas de gobierno influyen en lo objetivo y en nuestra forma de vida. El gobierno, como una entidad que ejerce poder y control sobre la sociedad, tiene la capacidad de afectar y dar forma a nuestras condiciones objetivas señaladas en el párrafo anterior. Zizek plantea la pregunta de si el gobierno está realmente trabajando en beneficio del bienestar y la justicia social, o si está perpetuando formas de poder y violencia.

 

Por otro lado, sostiene que nuestro deseo individual y colectivo juega un papel fundamental en la configuración de lo objetivo y en la forma en que interactuamos con el gobierno y el lazo social. Nuestros deseos son impulsos y motivaciones que nos llevan a buscar ciertos objetivos y a tomar acciones específicas. Sin embargo, advierte que nuestros deseos pueden ser manipulados y controlados por fuerzas externas, como el gobierno o los medios de comunicación. Esto puede llevar a una alienación de nuestro auténtico deseo y a la perpetuación de estructuras de poder.

 

Finalmente, Zizek explora el lazo social como un vínculo que une a las personas en una sociedad. El lazo social implica una red de relaciones y conexiones que nos permiten interactuar y cooperar unos con otros. Sin embargo, plantea la pregunta de si el lazo social actual está basado en la solidaridad y el respeto mutuo, o si está contaminado por formas de violencia y explotación. Además, argumenta que el lazo social puede ser frágil y estar amenazado por la manipulación y la división.

 

Lo anteriormente señalado puede ser relacionado con la película “Crash” (2004) dirigida por Paul Haggis. En la misma se nos presenta una historia entrelazada de diversos personajes que viven en Los Ángeles y que experimentan diferentes formas de violencia y discriminación racial. Podemos observar en la película como la violencia se presenta en diferentes formas, desde confrontaciones físicas hasta actitudes discriminatorias y prejuicios arraigados. Muestra cómo estos actos de violencia se entrelazan y afectan las vidas de los personajes.

 

Otro aspecto que podemos relacionar entre el planteo de Zizek y la película tiene que ver con el poder y la influencia del gobierno y las instituciones en la perpetuación de la violencia. Zizek plantea preguntas sobre la efectividad y la legitimidad del gobierno en la promoción de la justicia social y el bienestar. En “Crash”, vemos cómo la violencia y la discriminación están arraigadas en las estructuras institucionales y cómo el gobierno y las fuerzas de seguridad pueden perpetuar estas injusticias. Vemos además, cómo los deseos y las necesidades de los personajes pueden llevar a conflictos y a actos violentos. La película muestra cómo los prejuicios y los estereotipos pueden influir en los deseos y en las acciones de las personas, exacerbando así la violencia y la discriminación.

 

También podemos observar en la película, cómo los personajes se encuentran conectados e interrelacionados a través de encuentros violentos y conflictos raciales, lo que pone a prueba el lazo social y la posibilidad de una convivencia armoniosa. Un ejemplo ilustrativo de esta dinámica en la obra se presenta cuando uno de los personajes principales se ve involucrado en un accidente de tráfico y queda atrapado en su automóvil. En este momento de extrema vulnerabilidad, la supervivencia de este personaje depende de la asistencia de un policía. Lo interesante y revelador es que este mismo policía, en un episodio anterior de la trama, había abusado de su autoridad y poder al realizar una revisión de rutina mientras la protagonista viajaba con su esposo.

 

Este giro en la historia destaca la complejidad de las relaciones de poder y cómo pueden influir en la vida de las personas. La misma figura de autoridad que anteriormente había abusado de su posición se convierte ahora en un factor crucial para la supervivencia del personaje atrapado en el automóvil. Esta situación pone de manifiesto cómo el poder y la vulnerabilidad pueden entrelazarse de manera inesperada en la trama, generando una tensión moral y ética que invita a la reflexión sobre las dinámicas de poder en la sociedad.

 

Volviendo a Zizek, la distinción entre violencia objetiva y violencia subjetiva arroja luz sobre las diferentes facetas de la violencia en nuestra sociedad. La violencia objetiva se relaciona con las consecuencias de las relaciones de poder, la estructura sociopolítica y económica, y el lenguaje que moldea nuestra realidad. Se encuentra incrustada en las bases de la estructura lingüística y en las categorías de exclusión que afectan a individuos en función de su género, orientación sexual, situación socioeconómica y otras variables.

 

Un ejemplo de violencia objetiva se puede observar en la configuración del mercado laboral, que, por su propia naturaleza, tiende a excluir a las mujeres de ciertas oportunidades y roles. Esta es una manifestación concreta de cómo la violencia objetiva está arraigada en las estructuras y sistemas que dan forma a nuestra vida cotidiana.

 

Por otro lado, la violencia subjetiva se refiere a actos específicos y directos que causan daño a individuos, como en el caso de una violencia sexual. A diferencia de la violencia objetiva, que es más sistémica y generalizada, la violencia subjetiva implica un acto particular y concreto de agresión que vulnera la integridad y dignidad de una persona. Es entonces, que la violencia subjetiva es apenas una ínfima parte de la violencia que es exteriorizada, que podemos ver, pero que esconde realmente una violencia detrás que es objetiva y de mayor trascendencia. 

 

Volvamos a la película. En una de las escenas de “Crash”, la protagonista Jean Cabot interpretada por Sandra Bullock tiene lugar el siguiente diálogo: – Creí que hoy despertaría y que me sentiría mejor. Pero aún estaba enfadada y me di cuenta de que no tiene que ver con el robo del auto. Despierto así cada mañana. Estoy enfadada todo el tiempo y no sé por qué…

 

Como señalamos anteriormente, Zizek argumenta que la violencia no se limita a los actos físicos evidentes, sino que también puede manifestarse en formas más sutiles y simbólicas. En el extracto de la película, el personaje siente una ira constante, pero no puede identificar su origen. Esto podemos interpretarlo como una forma de violencia interna, una manifestación del malestar que se encuentra arraigado en la sociedad. En el contexto de la película, el personaje no comprende por qué se siente enfadado/a todo el tiempo, lo que sugiere una desconexión entre sus verdaderos deseos y las influencias que los moldean. Esta desconexión puede ser resultado de la manipulación de sus deseos por parte de estas fuerzas externas, lo que contribuye a su constante enojo. Jean Cabot expresa su incomodidad y enojo, lo cual indica una falta de conexión y armonía en sus relaciones con los demás. Esta falta de conexión puede ser un síntoma de un lazo social frágil, contaminado por formas de violencia y alienación.

 

Finalizando y tratando de llegar a una respuesta a la pregunta convocante desde la mirada de Zizek: ¿Por qué existe la tendencia de volcar la violencia hacia el más débil?; podemos decir que su reflexión filosófica nos ofrece una perspicaz mirada sobre las razones subyacentes por las cuales la violencia tiende a depositarse sobre aquellos que son percibidos como más débiles. Su enfoque, como vimos, abarca tanto las manifestaciones físicas de violencia como las formas más sutiles y simbólicas arraigadas en la sociedad.

 

Un punto fundamental que Zizek destaca es la dinámica de poder y dominación. La violencia se convierte en un medio para mantener y reforzar las posiciones privilegiadas de aquellos que ostentan el poder. Esto se refleja en las desigualdades socioeconómicas, las discriminaciones basadas en raza o género, y las relaciones de opresión. La agresión hacia los más débiles se convierte en un instrumento para preservar el status quo y consolidar así el control. Asimismo, nos lleva a considerar cómo la violencia puede ser una válvula de escape para la frustración y la ansiedad. En lugar de afrontar los problemas genuinos, algunas personas desvían su ira hacia aquellos que son percibidos como vulnerables. Este mecanismo les permite desplazar sus propias tensiones internas y proyectarlas sobre otros.

 

Otro aspecto relevante es la influencia de las estructuras sociales y culturales en la perpetuación de la violencia. Las normas y valores sociales pueden servir para justificar y normalizar la violencia, especialmente cuando se dirige hacia individuos considerados diferentes o marginados. Estas estructuras sociales contribuyen a la legitimación de la violencia, creando un ciclo que puede ser difícil de romper.

 

Referencias Bibliográficas

Zizek, S. (2008). Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Fondo de Cultura Económica.

Haggis, P. (Director). (2004). Crash [Película]

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