A los 83 años murió Tina Turner, simplemente la mejor
En el tablero, cayó del lado de la pobreza;
En el casillero de la discriminación;
En el turno de los abusados
Tiró los dados a la fama
Apostó a buenas compañías
—que fueron malas—
Y perdió la mano
—que vino de golpes—
Como Reina de Corazones (o era Rock?),
salió del mazo
A bailarle privadamente
a todo el mundo
Y repartió gritos de 400 mil voltios,
a quinientas millas por segundo
Subida a tacos de un pie,
le puso las mejores piernas a la voz.
Y el mejor cuerpo al escenario
Con reflejos de plata
volvió locos a todos:
Saltaron, rieron, corrieron
—sin rumbo, sin destino, no importa
Para verla bailar a los setenta,
como se hace a los cuarenta,
al ritmo y furor de los veinte
Y se fue joven por siempre
Una reina negra partió,
lamentó la Casa Blanca
Se equivoca
Ya no hay muerte para Tina.
