Ni bien se conoció el resultado de la elección del domingo pasado, algunas cosas quedaron claras. La más obvia, que el Frente Amplio es el triunfador de la hora y que, naturalmente, hizo una campaña que sirvió bien a sus intereses. La otra cara de la moneda es de perogrullo: la comunicación de quienes acompañaron al candidato del oficialismo no prendió en el electorado.
Ahora, si todo el tema fuese quedarse con las estrategias comunicacionales de los contendores, estaríamos desconociendo factores más importantes que la forma de transmitir y seguramente nos quedaríamos con una visión hemipléjica del asunto. El marketing es importante, claro, pero el mismo se construye o llega a sus destinatarios teniendo en cuenta muchas otras cuestiones: los candidatos, la gestión –tanto del oficialismo como de la oposición–, las propuestas (ya sea las plasmadas en el programa partidario, o ideas puntuales de gobierno basadas en éste), la proximidad con la ciudadanía y todo aquello que, pasando raya, termina por definir las ofertas electorales. En suma, lo que define a un partido y lo que un partido define. . .
Empecemos por reconocer que si bien el Frente Amplio nació como una conjunción de Partidos y movimientos coaligados para disputar el poder, lo cierto es que luego de medio siglo durante el cual se sumaron nuevas fuerzas políticas y se fueron (y volvieron) otras, no se discute en su interior la institucionalidad que ha dado paso a un sentimiento partidario. No es extraño oir a su Presidente hablar de los “sectores” que lo integran, aún para referirse a Partidos históricos como el Comunista o el Socialista; la ley de Lemas amalgamó a un electorado que seguramente no se plantea grandes disquisiciones ideológicas o filosóficas cuando opta entre una u otra fracción.
Por otro lado el ejercicio del gobierno ha servido para que los partidos políticos que integran la coalición en el poder empiecen a discutir la idea de concretar en un lema partidario la experiencia coalicionista de los últimos cinco años. A favor, en contra, o con la mesura que corresponde a los grandes pasos, la discusión está ahi.
Que los votos conquistados por nacionalistas, colorados, independientes, cabildantes y el partido de Eduardo Lust habrían sido mayoría en el Senado de presentarse bajo un lema común, ha sido un argumento para quienes apoyan una nueva conformación política. Más aún, si la hipótesis propuesta por el politólogo Oscar Botinelli es cierta –y parece que lo es– y una fracción importante de la ciudadanía votó a Yamandú Orsi debido al respaldo mayoritario en la Cámara Alta, entonces el razonamiento tiene asidero.
Por otra parte la rica historia de las colectividades tradicionales, y la misma no ha de medirse sólo en el paso del tiempo sino, además, teniendo en cuenta la trayectoria que ambas colectividades le dieron al país, confiere a la individualidad partidaria una enorme importancia. El expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, entrevistado luego de votar –con la emoción de tal vez hacerlo por última vez– le dio a la disyuntiva, sin apoyarla o negarla, un tono de gravedad que obliga a profundizar la consideración de la propuesta.
Las redes sociales fueron el ámbito donde muchos colorados se manifestaron al respecto. El mediático periodista Juan Ramón Rodríguez Puppo se muestra muy favorable a la rápida constitución de la Coalición, basado en el argumento de la mayoría en el Senado. Ricardo Lombardo –en nota que publicamos en esta edición– reclama que el Partido Colorado adapte el ideario de José Batlle y Ordóñez al siglo XXI para fortalecer su propia fuerza.
Este medio ha manifestado reiteradamente que se inspira en Batlle y Ordóñez. Y entiende que el batllismo ha de buscarse y revitalizarse en el partido desde donde se creó, lanzó y concretó, por muchas razones (aún el fracaso electoral de los batllistas que emigraron al Frente Amplio). Pero, al mismo tiempo, también ha tomado en cuenta la realidad político electoral, y sostiene que el sistema de gobierno debe, desde la Constitución de la República, fortalecer a los partidos y no debilitarlos, como –entre otros males– lo hace el ballotage.
El Dia abrirá sus páginas con el objetivo de reflexionar, luego de un cuarto de siglo tormentoso, el futuro del Partido Colorado.
