«¡Atención, señoras casadas! ¡Mi hija Iselekhe Jeilaniy está divorciada ahora!», anunció la madre de la señorita Jeilaniy a los habitantes del pueblo, ululando tres veces. Luego tranquilizó a todos: el matrimonio había terminado de manera más o menos amistosa. ”Ella está viva, al igual que su ex”.
La joven Iselekhe, se sentó con cuidado sobre una estera, asegurándose de que el dibujo en henna todavía húmedo en la piel de su mano no se corriera, lo mismo que había hecho un tiempo atrás en la víspera de su día de bodas. Luego publicaría las fotos de henna en Snapchat, la versión moderna de un anuncio de divorcio.
El divorcio en muchas culturas se considera vergonzoso y lleva consigo un profundo estigma. En Mauritania, sin embargo, no solo es normal, sino motivo de celebración cuando se da la noticia de que la mujer está nuevamente soltera, sin compromiso y sin nada, disponible para el matrimonio.
Durante siglos, las mujeres mauritanas celebran el divorcio reuniéndose para comer, cantar y bailar. Ahora, esta costumbre se han modernizado digitalmente a la generación de los selfies, con pasteles con inscripciones y montajes en redes sociales, además de la comida y la música tradicionales. (En base al NYT)