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Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

Posiciones cruzadas y parlamentarismo

Las recientes votaciones en el Parlamento del Presupuesto y de la Ley de Eutanasia, dejaron en claro algunas conclusiones, la principal de ellas, la falta de coordinación interna y externa de los partidos opositores y el cruzamiento de posiciones con el gobierno.

Con la votación del Presupuesto en la Cámara de Diputados se pudo apreciar la división de posiciones en el Partido Nacional, y, fundamentalmente en el Partido Colorado.

El Partido Nacional votó a favor del proyecto en Comisión, mientras que cinco legisladores colorados votaron en general la iniciativa, incluidos los tan cuestionados nuevos impuestos.

A la hora de aprobarse el articulado en particular, el Frente Amplio contó con los dos votos de los legisladores de Cabildo Abierto.

En el caso de la Ley “Muerte Digna”, es decir, la legalización de la eutanasia, votaron a favor de ella en el Senado, además del Frente Amplio, la senadora Graciela Bianchi, del Partido Nacional, y los senadores Andrés Ojeda y Ope Pasquet, del Partido Colorado.

Se podrá decir que el de la eutanasia es un tema de conciencia y rige en ese caso la libertad para votar a favor o en contra en la cámara, no así en el caso de proyectos para los cuales se supone que tiene que haber posiciones únicas y coordinadas en las bancadas de los partidos.

Si resulta difícil coordinar dentro de las bancadas, mucho más lo es coordinar posiciones entre toda la oposición, cuando se tiene a un partido “bisagra” que hoy puede votar con el gobierno y mañana con la oposición.

Los alineamientos políticos demuestran que, poco a poco, los dos bloques mayoritarios dejan de ser estructuras inamovibles y presentan perforaciones en su interna, con bancadas que votan diferente.

No vemos en esto un problema, sino que da pluralidad a esos bloques y reaviva la importancia de la negociación, dado que, de antemano, no se sabe a ciencia cierta con cuantos votos contará cada proyecto.

El funcionamiento de partidos “bisagra”, la fragmentación de los partidos existentes y anuncios de creación de nuevos partidos, como el “Cristiano” que piensan formar Lorena Quintana y Carlos Lafigliola, nos da la pauta para pensar en la conveniencia de instalar en un futuro un régimen parlamentarista.

No es descabellado en Uruguay imaginarse ello por las características de nuestro sistema. ¿Qué tiene de malo pensar que pueda haber en el Parlamento alianzas (después de las elecciones) entre bancadas seregnistas, batllistas y wilsonistas)? ¿O alianzas entre sectores conservadores del Partido Colorado y el Partido Nacional?

Un régimen parlamentarista, además de facilitar acuerdos e impulsar las negociaciones legislativas, rompería con la polarización de dos bloques y con el poco feliz concepto de “familias ideológicas”.

Por último, y no menos importante, es que un régimen parlamentarista terminaría con el ballotage, una definición electoral que encorseta a los votantes entre dos opciones, que distan muchas veces de ser del agrado del elector.

Y más allá de eso, cualquier candidato nos puede gustar o no, pero el ballotage, lisa y llanamente obliga en algunos casos a votar entre el hambre y la enfermedad, como ocurrió en 2023 en Argentina, con un Javier Milei, que por ejemplo, niega la justicia social, y un Sergio Massa como encarnación del populismo.

Por eso entendemos necesario que se de la discusión. Los pormenores y el hilado fino sobre el régimen electoral, vendrán después.

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