Por segunda vez consecutiva, la ciudadanía chilena rechazó este domingo un proyecto constitucional. El 4 de setiembre de 2020 ya había votado en contra del texto redactado por una asamblea constituyente mayoritariamente de izquierda, a lo que siguió la conformación de un nuevo cuerpo encargado de proponer una redacción alternativa, esta vez dominado por la derecha.
El resultado de la consulta confirma la profunda división de la ciudadanía, y las obvias dificultades que las colectividades políticas han tenido a la hora de negociar alternativas a la actual Constitución, una herencia del pasado pinochetista, aunque varias veces modificada desde que la reconquista de la democracia. “Esto podría haber sido una posibilidad para que la gente volviera a creer en la política, en los políticos. Y eso no ha ocurrido”, dijo en una entrevista antes de la votación la socialista Michelle Bachelet, expresidenta de Chile.
El resultado en las urnas viene a enterrar las ilusiones que siguieron a las protestas de 2019, cuando los chilenos decidieron cambiar la actua Lex Magna por una amplia mayoría. Y lo que en un momento se vio como un proceso ejemplar de la democracia en acción, este lunes desnuda una realidad incontrastable. La brecha que separa ideológicamente a los chilenos es lo suficientemente amplia como para dejar al país en un limbo entre lo deseable y lo posible.
Sin embargo, según el analista Alvaro Briones, ex subsecretario de economía y exdiplomático durante administraciones socialistas, el proceso trajo consigo una redefinición positiva de las colectividades políticas. «La política comenzó a sincerarse después del plebiscito de hace un año. Los partidos de derecha, sus militantes y electores, se han hecho cargo de que el peso de las diferencias entre un sector netamente conservador y otro dispuesto a admitir y aún a impulsar cambios necesarios era insoportable. La elección de consejeros constitucionales aclaró las cosas y la derecha conservadora hizo de Republicanos su partido, en tanto que los partidos que se reputaban de derecha al salir de la dictadura hoy deben aceptarse como centroderecha. Por otra parte, ese importante electorado que en Chile se ha situado tradicionalmente entre los utópicos y fantasiosos proyectos de la izquierda y la esterilidad conservadora de la derecha, han comenzado a encontrar sus propios partidos en Amarillos y Demócratas, el año pasado inexistentes».
La derrota de la propuesta conservadora, por otra parte, da cierto alivio al gobierno del presidente chileno Gabriel Boric, cuya sintonía con la población se vino abajo desde que fue electo con la promesa de que un presidente joven –el más joven de la historia– y surgido de los movimientos de protesta democráticos, podría operar cambios profundos en la sociedad trasandina.
A pesar de que el mandatario chileno no participó en la campaña de la consulta, y que el revés de un texto apoyado por la derecha le otorga un nuevo márgen de maniobra a Boric, no está claro si en este período de gobierno serán colmadas las expectativas que motivaron a la ciudadanía chilena, tanto de derecha, como de izquierda, en cualquiera de los dos textos constitucionales que fracasaron en las urnas.
“Quiero ser claro: durante nuestro mandato se cierra el proceso constitucional”, dijo Boric el domingo a la noche. “El país se polarizó, se dividió y al margen de este contundente resultado, el proceso constitucional no logró canalizar las esperanzas de tener una nueva constitución redactada para todos”.
El día de la votación, Briones opinó que «gane o pierda en este plebiscito, el Gobierno seguirá en el rumbo ambiguo y oscilante que le ha impuesto el Presidente, a despecho de las buenas intenciones de algunos de sus ministros. Con ello no dejará espacio para la aprobación de leyes necesarias y menos para las reformas con las que quería dar una significación especial a su mandato. De ese modo el gobierno del Presidente Boric se terminará de condenar a la esterilidad y a pasar a la historia sin dejar legado alguno. Con ello, a las chilenas y chilenos sólo nos quedará esperar las próximas elecciones para buscar fórmulas que nos permitan prosperar como país».
Para el comentarista de The New York Times Jack Nicas, sin embargo, se abre una nueva oportunidad al presidente chileno: «el rechazo al texto propuesto es una victoria para Boric, cuyo gobierno ha estado atado al debate sobre la Constitución durante sus dos primeros años. Su gobierno ha conseguido muy poco hasta ahora, y sus índices de aprobación han caído en picada. Si se hubiera aprobado la propuesta constitucional conservadora, Boric habría tenido que trabajar con el Congreso para poner en marcha un sistema de leyes establecido en el texto. Ahora puede concentrarse en gobernar el país».