El director ejecutivo de CAFO, Ricardo Lombardo, escribió en su columna una nota, entre jocosa y trágica, sobre los cambios que la pandemia y el VAR han impuesto en el carácter de los hinchas.
Ya nada es igual para los espectadores futboleros, que ahora son telespectadores, ni para los que sienten que entre los ingredientes de la verdadera pasión del fútbol está la discusión en el momento, la algarabía o la ira al instante y las interminables tertulias luego de un encuentro.
Pero lo cierto es que los cambios son notorios y que la discusión sobre el punto comienza a tener la trascendencia de un penal mal cobrado. Este futbol moderno, ¿es el deporte que anima el espíritu, nos hace descargar las emociones contenidas durante la semana, o es un triste reflejo de aquellos tiempos que siempre fueron mejores?
No es que uno peque mucho de nostálgico, no. Pero este fútbol en el que hay que esperar 5 minutos a ver si el gol es gol, el penal penal y el fuera de juego fuera de juego, no es ya mi viejo y querido “fóbal”. Es apenas “soccer”, una versión lavada de los 11 y 11 y pelota al medio. Un engendro políticamente correcto demasiado pautado por el fair play.
La muerte del más grande de los grandes, Diego Armando Maradona, trajo con los recuerdos lindos —que cumplieron con hacernos olvidar el ocaso de una estrella— la polémica mano de dios. Nada de fair play, y si se quiere, comparable con la mano de Suarez que nos dio a los uruguayos el respiro más grande durante los últimos mundiales. Si Luisito hubiese sido un caballero, no hubiésemos accedido a ver a la celeste meterse entre los cuatro mejores, algo que hacíamos desde 1970.
La magia del futbol, creo, no pasa solamente por la plasticidad de Pelé, la potencia de Cristiano Ronaldo o la habilidad -incomparable- de Maradona. Tiene mucho que ver con la picardía, el riesgo y la ganas de no perder que muchas veces es el motor de las grandes genialidades y de los recuerdos imborrables. También de las triquiñuelas.
Entonces, por favor, para el 2021 le pido a Papá Noel que pase la pandemia, que los estadios se llenen y que el VAR desaparezca de la faz de la tierra.