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Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

No a la visión hemiplégica

Las notas editoriales, creemos en este medio, han de ser producto de la razón; la pasión debiera quedar en la puerta de entrada de la redacción. Un editorial generalmente atiende a asuntos de la vida pública y desde que Ortega y Gasset plasmara en Mirabeau o el político, los peligros de la pasión desenfrenada versus realismo político, optamos por la creatividad que conlleva éste ultimo.

Pese a lo anterior, nos resulta trabajoso, muchas veces, tomar acontecimientos que ocupan la atención del colectivo y no responder a puro sentimiento, hasta con rabia. Precisamente esa parecería ser la finalidad de algunos actores de la vida nacional. . .

Procurando no dar mas de lo que el pito vale, no nos referimos  a las infelices de manifestaciones de una legisladora que parece extranjera, cuando no extraterrestre. No, motivan estas líneas asuntos tan distantes, tan disímiles, como la crítica situación entre Estados Unidos y Venezuela y la visita del presidente Yamandú Orsi al Presidente de la Suprema Corte de Justicia, John Pérez.

Los reclamos al gobierno desde sectores que no se distinguen precisamente por su inspiración en Honoré-Gabriel de Mirabeau, no se hicieron esperar apenas la situación en el Caribe se fue poniendo más tensa y, ni que hablar, cuando se supo que el primer mandatario –que la verdad confunde a tirios y troyanos– pisó las escalinatas del Palacio Piria.

Desde los sectores más radicales del conglomerado frenteamplista se presiona al gobierno para que en esta nueva mini guerra de drogas se vaya más allá de su calculada posición de neutralidad por la cual se apela al diálogo entre las partes para evitar la una confrontación armada. Ahora, lo que se le condena con énfasis a Donald Trump se le reprochó a Vladimir Putin a regañadientes.

Del mismo modo, fue clara la reacción de agrupaciones de víctimas y familiares de detenidos durante la dictadura, que vieron en la visita de Orsi “una deferencia injustificada” hacia los presos de la Cárcel Domingo Arena.

Respecto al primer caso Uruguay ha tomado una posición prudente. En esta complejidad horrorosa, las partes son, por un lado, un dictador que ha atentado contra la integridad de su pueblo como lo hizo notar el informe de la hoy candidata a la Secretaria General de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet. Y por otro, un presidente electo democráticamente cuyo Secretario de Defensa,Pete Hegseth, ha sido criticado hasta por su propio partido por el manejo del conflicto.

Un verdadero desafío diplomático, porque, bien que se mire, hoy por hoy la “guerra a las drogas” es un concepto harto discutido, y más si se tiene en cuenta que Donald Trump acaba de perdonar al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, que fue declarado culpable de narcotráfico y condenado a 45 años de prisión en Estados Unidos. Y, porque, por otra parte, nadie ignora el grado de corrupción y vínculos narco del gobierno venezolano y el ejercito que lo mantiene.

Pensamos que hasta ahora la posición de nuestro Ejecutivo es ajustada y que no estaría de más que su voz sea claramente expuesta en los organismos internacionales que siguen siendo un ámbito ideal para que naciones como Uruguay defiendan principios. Que mucho de los males del mundo en que hoy vivimos es provocado por el descrédito que los propios países le han impuesto al multilateralismo.

En cuanto al incidente, o episodio, o como se le quiera llamar, de la reunión entre las jerarquías de dos poderes, hagamos la siguiente reflexión: más allá de la grita a la que estamos acostumbrados hace muchos años, la tensión a la que hoy se enfrenta el presidente Orsi responde a una realidad innegable: en este país hubo un enfrentamiento y una posterior dictadura provocada por una guerrilla contra gobiernos democráticos. Y la amnistía general –que se dio por partes– luego no fue tal.

Mucho podría escribirse sobre los cómos y los porqués de la circunstancias actuales que circundan a los represores de ayer, hoy confinados. Se esgrimirán asuntos de hecho y de derecho; se traerán ejemplos de países que fueron por uno u otro camino; se darán argumentos sobre el peso del Derecho Internacional y la soberanía del Estado manifestada no en uno, sino dos plebiscitos, como expresión contundente de la voluntad popular.

Pero sí, la amnistía general quedó coja. .

Así las cosas, y viendo, a los unos y a los otros, es posible sostener que, apreciando la realidad, fuera de las consignas, la razón manda rechazar visiones y expresiones hemiplégicas. En sentido figurado, porque son producto de una desvirtuación interesada de la realidad. Y en el sentido estricto, por la parálisis que implican.

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