El ministro de Gobierno boliviano, Carlos Del Castillo, anunció ayer en conferencia de prensa que el narcotraficante uruguayo Sebastián Marset y su esposa Gianina García todavía se encuentran en Bolivia, y que «en las próximas horas lograremos la detención».
Del Castillo señaló que Marset, quien cuenta con múltiples nacionalidades, se encontraba en Santa Cruz desde setiembre de 2022 y que en uno de los seis allanamientos realizados en la ciudad se dio con su paradero, del cual logró escapar. Se presume que acompañan al narcotraficante su esposa e hijos.
De acuerdo con las autoridades bolivianas, más de 2.250 agentes de la ley fueron movilizados tras Marset y se realizaron 23 operativos en los que la policía detuvo a 12 personas y se incautó 6 automóviles y 16 teléfonos celulares.
Marset que para Del Castillo tiene un «alto valor para toda la región y el mundo entero», administraba un club de fútbol local de segunda división y es prófugo también de la justicia paraguaya. El narcotraficante es buscado en Bolivia por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico e Interpol en colaboración con la Administración de Control del Drogas estadounidense (Drug Enforcement Administration -DEA)

Mientras tanto, en Uruguay, por disposición del fiscal Alejando Machado se encuentran suspendidas las audiencias en que los ministros del Interior y de Relaciones Exteriores Luis Alberto Heber y Francisco Bustillo, respectivamente, así como del subsecretario de Interior, Guillermo Maciel y la ex vicecanciller Carolina Ache Batlle, comparecerían declarar en calidad de indagados entre el 1º y el 14 de agosto por el otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante.
En setiembre de 2021 Marset estaba en prisión en Dubai y obtuvo un pasaporte uruguayo con el cual consiguió salir de Emiratos Arabes. El Gobierno aseguró que el documento fue emitido y entregado cuando los antecedentes judiciales de Marset ya se habían extinguido y de conformidad con un decreto de 2014, pero Ache reconoció que las autoridades de las carteras de Interior y Relaciones Exteriores conocían la peligrosidad de Marset, y que durante la interpelación a Heber y a Bustillo sobre el tema había mentido “por lealtad” a los jerarcas.