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Luz amarilla
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La suba reciente en los precios del petróleo y una mayor caída de la actividad económica durante el segundo trimestre, encendieron una luz amarilla y anticipan un alza de la inflación por encima de los niveles actuales, así como una revisión del crecimiento para los próximos meses, que, se estima, será prácticamente nulo.

Los precios al consumo aumentaron 4,11% en los 12 meses finalizados en agosto, lo que significó el menor guarismo anualizado desde septiembre de 2005 y el tercer mes que la inflación se ubica dentro del rango meta de entre 4% y 6% fijado por el gobierno.

El dato positivo sobre la evolución de la inflación fue opacado días después por la difusión de la actividad económica, que registró una caída de 2,5% en el segundo trimestre con relación a igual trimestre de 2022, debido fundamentalmente a la incidencia de la sequía en el sector agropecuario, cuyo impacto se estimó en USD 2.000 millones, y a la finalización de las obras de UPM II.

En ese contexto, los precios del petróleo Brent rozaron días pasados los 95 dólares, ante los recortes en la producción por parte de la OPEP, su mayor nivel desde noviembre y según analistas va camino a los 100 dólares, en una racha alcista que agrega presiones inflacionarias al ser el crudo el principal insumo de importación del país y cuyo costo incide en múltiples rubros, como el transporte y los alimentos.

Los combustibles en Uruguay registraron dos subas consecutivas en agosto y septiembre, con una alza acumulada de 6,43% desde el 1 de junio para la nafta Súper 95 y es muy probable que se apruebe un nuevo incremento a regir desde el 1 de octubre, dado que según el presidente de ANCAP, Alejandro Stipanicic, “se acabó” la espalda del ente para absorber mayores precios de paridad de importación, en medio de la paralización de la refinería de La Teja, que tiene un costo de USD 800.000 diarios por importación de refinados.

Junto a la presión inflacionaria que genera la suba en los precios del petróleo, el país tendrá un escenario con un dólar que tenderá a cierto fortalecimiento, en la medida que la Reserva Federal de Estados Unidos vuelva a subir antes de fin de año las tasas de interés y ante un atraso cambiario del 25% en lo local, que provoca estragos en los sectores exportadores industriales y agropecuarios, así como en la industria orientada al consumo interno.

La política monetaria contractiva que llevó a cabo hasta ahora el Banco Central del Uruguay (BCU), con tasas de interés de hasta 11,5%, desalentaron el posicionamiento de los inversores en dólares, estimularon las colocaciones en pesos y provocaron una caída de 4,36% en el precio de la divisa estadounidense en lo que va del año, lo que quitó presiones inflacionarias a los bienes transables.

No obstante, la autoridad monetaria comenzó en julio un proceso de rebaja en las tasas de interés para acompasar la caída en la inflación, aunque se deberá esperar para saber cuánto margen existe para nuevas rebajas en los tipos.

En septiembre, 16 consultoras y agentes económicos estimaron en consenso que la inflación en 2023 será de 5,8% (1 punto menos que en agosto, 1,3 puntos menos que en julio y 1,5 puntos menos que en junio).

El 29 de agosto equipo económico, al concurrir a la Comisión de Presupuesto del Senado que discute la Rendición de Cuentas, confirmó que la inflación se mantendrá entre 4% y 6% en 2023 y 2024. 

Junto a la tarea de mantener bajo control la suba de precios, el gobierno tendrá como desafío revertir la caída en la actividad económica, un dato que sorprendió en forma negativa a autoridades económicas y analistas, y que lleva a suponer un crecimiento menor al previsto para este año.

El director del CERES, Ignacio Munyo, señaló que “estamos viendo una economía con magro crecimiento, prácticamente nulo, a lo largo de 2023, en promedio”. El economista agregó que, debido a esto, “el crecimiento del 2023 sería más cercano a cero que a uno”.

Munyo aseguró además que no se prevén “rebotes económicos” que puedan revertir esta situación en un contexto marcado por diferentes problemáticas en las cuentas públicas, como lo son el gasto de los uruguayos en Argentina por la diferencia cambiaria y la caída en la recaudación fiscal.

Los bancos y consultoras redujeron sus proyecciones en consenso y esperan que el PIB en Uruguay crezca 1,3% en 2023 (0,2 puntos porcentuales por debajo de la estimación de agosto, 0,3 menos que la previsión de julio y 0,4 puntos menos que en junio, mayo y abril).

La estimación del Ministerio de Economía y Finanzas es de un alza de 1,3% en 2023.

Por último, la ausencia de grandes proyectos de inversión, más allá de la construcción de vivienda promovida y de la ejecución de obras de vialidad, junto a una temporada turística estival que a esta altura es una gran incógnita por la situación financiera de Argentina, operan como limitantes a un mayor crecimiento económico del país en los próximos meses.

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