Ahora leyendo:
Luis Hierro López
Artículo completo: 4minutos para leer

Luis Hierro López

Periodista, escritor, ex legislador,  ex ministro, ex Vicepresidente de la República (Partido Colorado)

La disolución del Parlamento y el quiebre institucional de junio de 1973 no sorprendió a ningún uruguayo politizado o medianamente informado. El golpe de febrero fue, aunque previsible, más sorprendente y agresivo para las conciencias democráticas. Con todo, ese relato se corresponde con la “crónica de una muerte anunciada”. Todos sabíamos cómo iba a terminar.


Llegué al 27 de junio de 1973 con la pesada sensación de que ese partido ya estaba jugado y perdido. Desde febrero de ese año muchos ciudadanos, entre quiénes me encontraba, sabíamos que la inexorable trama golpista estaba en marcha y que desde los partidos políticos y la opinión pública, era poco lo que podíamos hacer.


Jorge Batlle había sido puesto preso, en forma ilegal, en octubre de 1972 y se entregó a la patrulla militar en las puertas del diario Acción, en la calle Camacuá, cerca de la Rambla, donde hoy figura una “placa de la Memoria”. Cuando fue liberado concurrió a dar una conferencia de prensa a El Día, un bastión de la libertad. Por ahí aparezco de refilón en la foto de esa jornada histórica.

Tras ser liberado, Jorge Batlle dio una conferencia de prensa en el salón principal del diario El Día, acompañado por el director de ese diario, José Lorenzo Batlle Cherviere, el senador Héctor Grauert y otros dirigentes.


La prisión de un líder político por una desbordada actuación de la justicia militar era, claramente, uno de los primeros anuncios de un tiempo militarizado que se venía instalando en el país.


En mayo de 1972, según se supo posteriormente, un obrero de la construcción, Luis Batalla, había muerto por torturas donde estaba apresado, en un cuartel de Treinta y Tres. La investigación del hecho se resguardó en la justicia militar, lo que demostraba que el avance castrense ya era indetenible.


El Parlamento había establecido, en marzo de 1972, el “estado de guerra interno”, en pleno ejercicio de sus facultades constitucionales, para enfrentar los ataques de los tupamaros. Aunque muchos uruguayos no lo sabían entonces, ese grupo había iniciado acciones guerrilleras desde 1963, replicando en forma urbana la experiencia de la revolución cubana de 1959. Es indudable que Cuba, tan reacia hacia afuera respecto a la “no intervención”, intervino con armas y dinero en las revoluciones latinoamericanas, iniciando un tiempo de sangre, traiciones y derrumbes.


Aunque las Fuerzas Armadas declararon que la guerra interna había finalizado en agosto de 1972, dado que a esa altura todos los cabecillas de la guerrilla estaban presos, es indudable que el desborde militar siguió de largo. Eso fue lo que denunció Jorge Batlle en octubre de ese año, señalando que había una conmixtión entre los mandos militares y los tupamaros detenidos. Hoy sabemos que esa denuncia del líder colorado era cierta, ya que diversos documentos y testimonios dan cuenta de que la prédica de los militares contra la “corrupción” de los políticos fue inspirada por los guerrilleros presos. Corrupción que, como la historia ha demostrado, no existía.


Quiere decir que el golpe de Estado fue la culminación de un largo proceso de ataque a las instituciones, iniciado en 1963, cuando un conjunto de personas alucinadas se confabuló, en plena democracia, para tomar el poder por asalto. Es una historia larga y dolorosa que el país pudo superar. ¡Nunca más!

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Input your search keywords and press Enter.