Rama dice que la precisión clásica sobre el carácter nacional, no exactamente uruguayo pero sí rioplatense, fue la que hizo a principios del siglo XX el argentino Carlos O. Bunge en su obra “ Nuestra América”. Decía que a los habitantes de ambas márgenes del Plata se los podía definir por tres rasgos: la pereza, la tristeza y la arrogancia.
La pereza está relacionada a las costumbres campesinas. Somos tomadores de mate en horario laboral. Rama se pregunta, ¿es congénita? Responde no. ¿Es arbitraria? Tampoco. Quien fue criado en un hogar con más posibilidades seguramente sea más adicto a la laboriosidad que los que vienen de hogares de pocos recursos. En segundo lugar dice que la pereza es una herencia indígena. Mientras que el europeo trabaja muchas horas porque le importa atesorar, el nativo se conformaba con un poco de comida y no salía de caza o pesca hasta volver a sentir hambre. No tenía idea del trabajo regular, organizado. Además para el europeo, el criollo puede parecer perezoso porque es predominantemente ganadero y no agricultor. ¿Como se adereza la pereza en la oficina? Con el chisme.
La tristeza se explicaría según el sociólogo uruguayo por el origen migratorio en el caso de los europeos y en el de los afros y los indígenas por su sometimiento y derrota. Migrantes, descendientes de libertos e indígenas son hijos de la desgracia.
La arrogancia sería para Rama una herencia española. Los rioplatenses son arrogantes frente al tirano. Citando a Unamuno dice que estos, como los españoles,
“no tienen nada más que la apariencia de la sociabilidad, una franqueza campechana de pura forma. Nuestro natural, recio, calmo, callado y con una raíz fuertemente positiva, en el fondo se compadece mal con la vida interior”.
A la arrogancia, el autor suma al individualismo. Somos difíciles para la cooperación o la sociabilidad. Los extranjeros han dicho que los uruguayos son brillantes individualmente y tanto que, cuando juega un equipo de fútbol cada uno de los once juega por su cuenta. El gaucho era un prototipo de esta actividad despectiva de la ley y la autoridad, independiente hasta el último sentido de libertario que podría concebirse, lo cuál hace de él un personaje magnífico en una época orgánica de construcción de la nacionalidad, como la siguiente a la independencia.
El pensador incurre en una contradicción. Luego de señalar nuestro individualismo dice que el uruguayo es proclive a asociarse. Causa asombro, dice, la cantidad de asociaciones, entidades, movimientos, grupos con que contamos. Parecería que quisiéramos compensar nuestro escaso número estando en muchos lugares al mismo tiempo. Rama aclara, el individualismo sigue siendo un rasgo fundamental pero el asociacionismo se funda en un desprecio a la autoridad que deriva del gaucho.
Italia nos había agregado caracteres contradictorios con la herencia española. Un poderoso sentimiento de familia – que este narrador extraña mucho. Les recuerdo que estamos comentando la gran clase de este querido profesor correspondiente al día 15 de junio de 1964- además de una actitud lírica – melancólica, en general, en el sentido poético pero también peyorativo. No le hubiese causado extrañeza al pensador que veinte años después, el Día de la Nostalgia se convirtiese en nuestra nueva fecha nacional.
A lo español e italiano los uruguayos, gracias también al fundador de este diario sumamos otro carácter, el predominio de lo político sobre lo religioso. Nuestro pueblo sería escasamente religioso o más político o interesado en la vida pública. Incluso más político que económico, es decir más amante y buscador de la gloria y el poder que de la riqueza.