El 1 de noviembre de 1716, los portugueses ocuparon de nuevo la Colonia del Sacramento. Su dominio no debía pasar de la distancia hasta donde llega una bala de cañon. El Rey, en oficio del 11 de octubre le encargaba a su Gobernador la mayor vigilancia, sin permitir a los portugueses que en las ensenadas y puertos del Río de la Plata y con especialidad en los de Montevideo y Maldonado, puedan hacer fortificaciones, no otros actos de posesión. En cuanto al Río de la Plata, consideróse afirmar mejor su dominio enviando para su gobierno a un esclarecido militar, El Brigadier don Bruno Mauricio de Zabala.
Las instrucciones que éste llevaba eran precisas y referíanse a evitar toda comunicación entre la Colonia y Buenos Aires; además ellas consignaban que el nuevo Gobernador debía procurar también dar la providencia necesaria para que ni Portugal, no otra nación alguna se apoderasen ni fortificasen en los parajes de Montevideo y Maldonado, solicitando poblarlos y fortificarlos en la forma que pudiese.
Es la primera vez que en la documentación examinada se expresa el pensamiento de establecer una población en Montevideo. Zabala se hizo cargo de la gobernación el 11 de julio de 1717, y de inmediato pudo darse cuenta de los intentos de Portugal, destinados a extender su dominio en toda la margen norte del Río de la Plata, de acuerdo a su interpretación del tratado de Utrech. Las partidas portuguesas penetraban en todo el territorio del Uruguay y los indios de las Misiones los habían encontrado haciendo rancherías en parajes muy distantes de los ejidos de la Colonia del Sacramento.
En el curso de 1718, Zabala dio aviso a la Corte, la cual contestaba en enero de 1720 reiterando sus disposiciones para la fortificación de Montevideo y Maldonado. Su pensamiento estaba entonces en impedir los saqueos de ganado que hacía el corsario Esteban Moreau, que había logrado desembarcar en Montevideo y Castillos. En esta reyerta, el duranguese fue vencedor.
Un vecino de Buenos Aires, José García de Inclán, español, se comprometió a efectuar la fundación mediante el envío de 100 familias a cambio de la extracción de cueros. La tramitación de este vasto proyecto llenaría los años 1721 y 1722. Zabala y el Consejo de Indias dieron el voto negativo al proyecto en defensa de los comerciantes de Buenos Aires. El plan inicial de Zabala era establecer en Montevideo una reducción indígena.
El 10 de mayo de 1723, Zabala recibió por vía reservada un real despacho fechado en Aranjuez de que en Lisboa se había resuelto fortificar Montevideo, por lo que el Gobernador debía poner prontamente manos a la obra respecto del paraje antedicho y de Maldonado. Podía pedir lo que se necesite al Virrey del Perú.
Un suceso imprevisto aceleró la decisión. El Práctico del Río de la Plata, Pedro Gronardo, al conducir un navío inglés de los que hacían comercio negrero con Buenos Aires, encontró en Montevideo cuatro buques portugueses armados con doscientos hombres encargados de asentarse. Esta expedición estaba al frente del Capitán de Mar y Guerra don Manuel Henriques de Noronha y del Maestre de Campo don Manuel Freitas da Fonseca. El 28 de noviembre de 1723 se establecieron en la punta este del paraje. El 1ero. de diciembre el Gobernador Zabala preparó a su gente. Envío al capitán de caballería don Alonso de la Vega con más de doscientos hombres a donde llegó el 7 de diciembre de 1723. Treinta y cuatro días demoró Zabala en prepararse. Alonso de la Vega inició las hostilidades dejando a los portugueses sin caballos y sin ganado. Zabala iba marchando con sus tropas cuando Freitas de Fonseca le comunica el 19 de enero de 1724 que se retiraría. Bruno Mauricio de Zabala arribó al paraje y es de creer que desde ese momento pensó en dar satisfacción a las reiteradas órdenes de su Rey. Así lo demuestran sus resoluciones mandando quedarse cincuenta soldados de caballería, sesenta de infantería, una compañía de voluntarios y treinta indios. Zabala escribió en su diario que con la aprobación del ingeniero Domingo Petrarca, decidió emplazar una batería en la punta que da hacia el este de la ensenada. Con sus cañones ya montados, disparó los primeros tiros el 24 de febrero de 1724 ante el amago de un buque portugués. Hasta el 2 de abril permaneció Zabala en Montevideo, de donde partió para Buenos Aires después de dejar diez cañones, 110 europeos y europeos descendientes y mil indios venidos de las Misiones.
El Rey de España dio su aprobación plena de lo ejecutado por Zabala, y a su requisitoria pidiendo familias para constituir los núcleos fundacionales, anunciando en oficio del 16 de abril de 1725, el pronto envío de cincuenta familias y más de cuatrocientos soldados. Las actas del Cabildo de Buenos Aires de febrero a junio de 1724, refieren a las insistentes gestiones de Zabala para que la corporación reuniese un grupo de pobladores que compusiesen el primer núcleo social. Después de no escasos esfuerzos y de afectar fondos especiales para los gastos de traslado, llegaron a juntarse siete familias naturales de Buenos Aires y europeos, las cuales pasaron a Montevideo, estableciéndose en los solares que les fueron adjudicados dentro de la delineación que hiciera el ingeniero Domingo Petrarca. Este grupo, que en total sumaba treinta y seis personas, agregadas a quince familias más, procedentes de las Islas Canarias e incorporadas en 1726 y que alcanzaban a un centenar de individuos, integró la población fundadora de Montevideo. Los historiadores portugueses y brasileños, dice Blanco Acevedo, han reclamado para Portugal el honor de la fundación.
Lectura: Blanco Acevedo, El Gobierno Colonial en el Uruguay y los Orígenes de la Nacionalidad. Ligu S.A., 4ta. Edición.