Tengo la posibilidad de volver por cuarta vez a la Facultad de Derecho. La primera vez la conocí como estudiante y fui víctima del plan 1971, un hijo indeseado del mayo francés. Luego estuve quince años como aspirante a profesor adscripto y terminé renunciando. La tercera oportunidad fue en los ojos de mi hija. Para mi sorpresa, los cambios efectuados en ese lapso fueron gratamente sorprendentes. Hoy volvería, si vuestro voto lo permite, como claustrista.
El problema no es la facultad sino el mundo exterior que nos golpea. La Facultad de Derecho estatal es conservadora por su doble condición. Los cambios no se producen de un día para otro, pero para recorrer la Muralla China, primero hay que dar un paso. Debemos promover la reforma y actualización del sistema de cogobierno que se encuentra desfasado de las necesidades de gestión que exige la Universidad de nuestros tiempos.
Son varios los problemas que hace años se están tratando de resolver, como ser llevar la enseñanza de grado a más lugares del interior. Pero como la realidad es un jet, una educación virtual a través de plataformas es solo una decisión orgánica.
Intento representar a los egresados. Una sola palabra para categorizar varias realidades distintas.
Egresados del interior.
Son inconmensurables los logros en la formación del profesional universitario que la Facultad de Derecho ha alcanzado; no obstante, la sociedad líquida en que nos toca vivir hace que si los mismos no retornan a la casa de estudios en menos de cinco años, la normativa con la que se formaron haya variado de manera sustancial.
Para la actualización de conocimientos es necesario crear plataformas abiertas donde se cuelguen estudios académicos y cursos on line, en tiempo real o asincrónico, sin perjuicio del reclamo de recursos para seguir llevando la Universidad física a los lugares más alejados de la capital o de mayor cambio demográfico – como el departamento fernandino-.
Todo ello existe para los estudiantes de grado, abrirlo para los egresados es una decisión orgánica y una posible fuente de recursos.
A corto plazo son urgentes la construcción de un edificio anexo en la Regional Norte –Salto- para afrontar los serios problemas de carácter locativo que se incrementan año a año y la instalación de la Regional Este en Maldonado para el desarrollo de cursos de grado y posgrados a nivel nacional e internacional.
Es un imperativo la revisión de la Ley Orgánica Universitaria, que modernice la oferta educativa y permita un proceso permanente de actualización de todos los egresados, sin distinción entre Montevideo y tierra adentro; con la correspondiente adecuación locativa.
Egresados de ejercicio liberal de Montevideo y área metropolitana.
Creemos que la facultad los tiene en cuenta y la oferta de cursos de actualización es inmejorable, solo que despilfarramos recursos en animales en extinción.
Egresados engranados en un estudio corporativo.
Lo digo con modestia, aunque no nos guste la realidad hay que reconciliarse con ella. Ojalá retornasen los buenos tiempos pero ello es una charla de viejos. Cuando este narrador egresó en 1992 estábamos matriculados menos de siete mil abogados para una población que no varió. Hoy somos 19 mil. Si fuese honesto intelectualmente, debería pararme en la puerta de la Universidad a pedirle a los egresados de secundaria que estudien otra cosa. Como ello no es posible, voy a explicar qué significa ignorarla. Israel Wonsewer y Ana María Teja explicaron que la expansión de la educación orientada a capacitar a los jóvenes hacia los requerimientos del sector terciario, conforma expectativas en los mismos en cuanto a su inserción en el mercado de trabajo y la búsqueda de ascenso social que no pueden ser satisfechas y hace que estos finalmente emigren.
La conciencia nacional no admite cupos o exámenes de admisión. Tenemos entonces un proletariado de abogados y abogadas que solo pueden ser absorbidos en la Administración Pública o los de mejores notas y bajas expectativas salariales, en las usinas jurídicas privadas.
Este modesto egresado propone la creación de tecnicaturas. ¿Para qué pedirle a una jovencita que estudie cinco años, jugando una carrera contra su reloj biológico a la hora de la maternidad, si su nivel remunerativo no le va a permitir pagarle a quien la supla en las tareas domésticas? La tecnicaturas en derecho, de no más de tres años de duración, formarían debidamente al proletariado de empleados de los estudios corporativos sin la contrapartida del resentimiento que les genera su baja remuneración y los mejores o de mayor vocación, luego de varios años de trabajo, con una perspectiva madura, vayan por el balón de oro que es la licencia de abogado. Podría, entre esos dos títulos, vencerse la barrera entre una Universidad pagada por lo pobres para llenar los bolsillos de unos pocos, estableciéndose la onerosidad de la continuación de la carrera que empieza luego de la tecnicatura, pero ello lo decidirán mis futuros nietos o nietas, que en mi caso, aun no han nacido.
Si quieren que todo siga como está, ya saben a quién votar y recen para que Jesucristo o el Dios secular de los socialistas, de los cuales este Diario no se ocupa, multiplique los panes o se los expropie a quienes tienen más de dos.