26.4 C
Montevideo
Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

La “coherencia editorial” como arma de guerra en Francia.

Fue un adelanto de EL DÍA: los medios públicos franceses estaban sesgados en la cobertura de la guerra de Israel contra el islamismo.

Hace exactamente un año comentamos un encuentro entre tres periodistas judías y su colectividad, durante el descanso del servicio religioso de Yom Kippur, en la Nueva Congregación Israelita. Participaron Deborah Friedmann, Elisa Lieber y Lorena Nachajon.

El tema era: “Cómo ejercer el periodismo después del 7 de octubre”. Las tres coincidieron en que enfrentaban problemas inéditos en su vida profesional. Uno de ellos era la falta de neutralidad de una prestigiosa agencia de noticias francesa, cuyos despachos ya no podían “copiarse y pegarse” con comodidad: había que cotejarlos con otras fuentes y reescribirlos casi a diario.

En una reciente columna, la periodista y traductora francesa Bérengère Viennot puso en palabras lo que aquellas jóvenes periodistas nos habían adelantado.

Según informa Le Point, a partir del 14 de octubre de 2023 las redacciones de Radio France Internationale y France 24 distribuyeron a sus periodistas varios documentos internos presentados como un “glosario para analizar los recientes acontecimientos en los territorios palestinos ocupados”. En ellos se incluían instrucciones destinadas a garantizar una supuesta “coherencia editorial”.

Los documentos señalaban que no era aconsejable referirse a esos territorios como “Judea y Samaria”; y que, si un entrevistado empleaba esas expresiones, debía “contextualizarse”. También se establecía que Hamás no debía ser calificada como organización “terrorista”.

Si bien se reconocía que no correspondía hablar de un “genocidio” en Gaza, se instruía a los periodistas para que recordaran de manera constante las acusaciones presentadas por Sudáfrica y otros países progresistas ante la Corte Internacional de Justicia contra el Estado de Israel. Además, se les pedía mencionar sistemáticamente que Cisjordania se encuentra “ocupada”.

Por último, las evacuaciones de población que tuvieron lugar en Gaza durante la guerra —para evitar que los civiles se vieran afectados por los bombardeos israelíes previamente anunciados, y que contribuyeron a la bochornosa supervivencia de la resistencia islamista— debían describirse como “desplazamientos forzados”.

“Fue bajo el pretexto de la coherencia editorial que se introdujeron todas estas prescripciones léxicas bastante sesgadas”, escribió Viennot.

Uno de los documentos afirmaba: “La coherencia editorial debe ser uno de los elementos de una oferta periodística”. Los medios públicos franceses debían adoptar un léxico homogéneo, de modo que el lector pudiera orientarse de un artículo a otro.

RFI, que emite en más de 150 países, es una de las emisoras más escuchadas del mundo. France 24, canal que transmite en más de 185 países, se enorgullece de estar en primera línea en la lucha contra la manipulación informativa. Ambos pertenecen a France Médias Monde, grupo de servicio público que afirma ofrecer información libre, independiente, verificada, honesta, equilibrada y experta, “contra toda forma de manipulación”.

Consultado  por LE POINT, el grupo respondió que este enfoque de coherencia editorial era un esfuerzo interno basado en los términos utilizados por las Naciones Unidas —los del derecho internacional—, en una búsqueda constante de imparcialidad.

Para Viennot, sin embargo, el sesgo que los medios públicos franceses impusieron a sus periodistas —a fin de minimizar la naturaleza terrorista de Hamás o destacar únicamente la violencia cometida por Israel— fue disfrazado de coherencia editorial.

Esta pretendida coherencia contradijo las amplias declaraciones de principios de esos canales del servicio público francés, que se suponía debían proporcionar la información más objetiva posible.

“La mal llamada coherencia editorial”, concluye Viennot, “en realidad remite a la definición de los llamados elementos del lenguaje: fórmulas de comunicación preestablecidas, desarrolladas por un partido político, un grupo mediático o una institución religiosa, que permiten controlar y dirigir el discurso en la dirección deseada, en detrimento de toda objetividad”. En este caso, ató las manos de los periodistas que pretendieron usar un vocabulario más neutral.

Para continuar leyendo EL DIA, por favor remueva su blockeador de avisos.  Gracias!