Los Apuntes de Batlle
La historia constitucional de nuestro país se ha caracterizado por la búsqueda de equilibrios entre la centralización del poder y la representación democrática. En este marco, la idea de un gobierno colegiado surgió como una respuesta innovadora y audaz frente a los desafíos de un país en constante evolución. Los “Apuntes a la Constitución Uruguaya” de 1913, un documento clave en la historia política uruguaya, nos ofrece una ventana privilegiada para explorar el origen y la evolución de esta idea que marcaría un antes y un después en la gobernabilidad del país.
A principios del siglo XX, Uruguay atravesaba un periodo de intensos cambios sociales y políticos. La consolidación de la democracia aún estaba en proceso, y las tensiones entre facciones políticas, especialmente entre los partidos Blanco y Colorado, eran profundas. Las recurrentes guerras civiles y la intervención militar en la política habían debilitado las instituciones y cuestionado la estabilidad del país.
José Batlle y Ordóñez, líder del Partido Colorado y presidente en dos períodos (1903-1907 y 1911-1915), se encontraba en Europa tras su primera presidencia cuando se convenció de que el principal problema político en Uruguay y otros países latinoamericanos era la estructura del poder ejecutivo unipersonal, un legado del periodo colonial español. Para Batlle, este modelo tendía inevitablemente al autoritarismo, limitando las posibilidades de una democracia plena y efectiva.
Al regresar a Uruguay en julio de 1910, Batlle abogó por una urgente reforma constitucional para limitar el excesivo poder presidencial, proponiendo como alternativa un gobierno colegiado. Este modelo fue detallado en los “Apuntes a la Constitución Uruguaya”, publicados en 1913 en el diario El Día, un documento que cristalizó su pensamiento y ofreció una visión concreta de cómo debía estructurarse el nuevo sistema.
El argumento central de Batlle en favor del gobierno colegiado se basaba en la idea de que un órgano ejecutivo compuesto por varios miembros permitiría una mayor deliberación y pluralismo en la toma de decisiones. Según Batlle, la colegialidad no solo reflejaba un principio de equidad democrática, sino que también serviría como un mecanismo eficaz para prevenir los abusos de poder y garantizar una gobernabilidad más estable.
La propuesta consistía en una Junta de Gobierno integrada por nueve miembros, cada uno elegido directamente por votación popular, utilizando un sistema de mayoría absoluta o relativa. La elección de los miembros de la Junta sería anual, asegurando así una renovación gradual y continua de la composición del gobierno. Este sistema de elección buscaba equilibrar la representación y evitar que una sola corriente política dominara la administración pública. Las decisiones dentro de la Junta serían tomadas de manera colegiada, requiriéndose el voto favorable de al menos tres de sus miembros para que una resolución fuera válida. Esto garantizaría que las decisiones reflejaran un consenso entre varios líderes, en lugar de depender de la voluntad de un solo individuo.
Dentro de la Junta, se elegiría anualmente a uno de sus miembros como presidente. Este presidente tendría funciones ejecutivas específicas, incluyendo la dirección de las sesiones de la Junta, la representación del gobierno en el ámbito nacional e internacional, y el ejercicio del mando sobre las fuerzas armadas en coordinación con la Junta. La transparencia en el funcionamiento de la Junta sería clave, con la publicación de actas de las reuniones, aunque las sesiones no serían públicas.
La propuesta de un gobierno colegiado no surgió en el vacío. Estaba motivada por una serie de preocupaciones y objetivos que Batlle y su círculo compartían sobre la dirección que debía tomar el país. Entre estas motivaciones, se destacan:
- La prevención de la tiranía: Batlle creía firmemente que la concentración de poder en manos de un solo individuo era peligrosa y propensa a derivar en prácticas autoritarias. El sistema colegiado, al distribuir el poder entre varios miembros, ofrecía una barrera contra estas tendencias.
- La promoción de la estabilidad política: En un país marcado por las divisiones políticas, un gobierno colegiado tenía el potencial de integrar diversas corrientes de opinión y evitar que una facción dominara a las demás. Este equilibrio interno era visto como un camino hacia la estabilidad y la paz social.
- La innovación democrática: Para Batlle, el sistema colegiado representaba una forma avanzada de democracia, en la que el poder ejecutivo no se limitaba a ejecutar las decisiones de un líder, sino que implicaba una verdadera deliberación colectiva. Esta innovación se alineaba con su visión progresista de una democracia más participativa y justa.
El impacto de los “Apuntes a la Constitución Uruguaya” nos revela una faceta fundamental del pensamiento político de José Batlle y Ordóñez y su compromiso con una democracia avanzada. Este documento no solo ofrece una visión detallada de las motivaciones y objetivos que impulsaron la reforma, sino que también nos permite comprender la importancia del debate sobre la colegialidad en la evolución de la política local. Aunque el proyecto de reforma no fue implementado de inmediato, sentó las bases para el posterior desarrollo del sistema colegiado que finalmente se consagró en la Constitución de 1952. Este sistema, conocido como el Consejo Nacional de Gobierno, rigió en Uruguay hasta 1967 y representó una de las experiencias más singulares de gobierno compartido en América Latina.
A más de un siglo de su publicación, los “Apuntes” siguen siendo una fuente invaluable para quienes buscan entender las raíces de nuestra democracia y las innovaciones que la han caracterizado. El legado del sistema colegiado sigue siendo objeto de un debate apasionado y complejo. Para sus críticos, fue un experimento que, lejos de mejorar la gobernabilidad, introdujo rigideces y dificultades en la toma de decisiones. Sin embargo, para sus defensores, el gobierno colegiado representó una apuesta audaz y visionaria por una democracia más participativa y equitativa, fue una manifestación de su aspiración por una democracia que superara las limitaciones de un poder concentrado.
En la próxima entrega, profundizaremos en el concepto de las “monarquías presidencialistas”, un modelo adaptado en América Latina que concentró el poder en el ejecutivo. Este análisis nos permitirá comprender mejor las críticas de los defensores del colegiado y cómo esta estructura se relaciona con el cuestionamiento que José Batlle y Ordóñez planteó sobre la centralización del poder, proponiendo un gobierno colegiado como alternativa democrática.