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Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

¿Es tan bueno el ejercicio?

Un Beneficios y riesgos de una práctica que puede ser medicina o problema.

El ejercicio físico es considerado, con justa razón, una de las mejores medicinas preventivas que tenemos a nuestro alcance. No requiere receta, está disponible para todas las edades y, en la mayoría de los casos, mejora la calidad y la expectativa de vida.

Sin embargo, el entusiasmo creciente por la actividad física ha generado también excesos y prácticas riesgosas que conviene conocer. Porque, aunque moverse es esencial, no siempre es sinónimo de salud.

El ejercicio como medicina preventiva

En tiempos en que la ciencia avanza a pasos agigantados, a menudo olvidamos que una de las intervenciones más efectivas sigue siendo tan simple como caminar, correr o nadar. Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio regular puede equipararse, en determinados casos, al efecto de un medicamento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada, o 75 minutos de actividad intensa, sumando además ejercicios de fuerza dos veces por semana.

Los beneficios están ampliamente documentados:

  • Corazón y circulación: disminuye la presión arterial, mejora el colesterol y reduce el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular (ACV).
  • Metabolismo: previene la diabetes tipo 2 y ayuda a tratar el síndrome metabólico.
  • Huesos y músculos: previene la osteoporosis, combate la sarcopenia y mantiene la fuerza funcional.
  • Peso corporal: contribuye a la pérdida de grasa y estabiliza el peso.
  • Cerebro y ánimo: mejora la memoria, reduce la ansiedad y la depresión, y protege frente al deterioro cognitivo.
  • Defensas: refuerza el sistema inmune y ayuda a controlar la inflamación crónica.
  • Longevidad: vivir más años y con mejor calidad.

En definitiva, moverse no es una opción: es una necesidad biológica.

Cuando el ejercicio deja de ser saludable

Pero como sucede en medicina, la dosis hace al veneno. El sedentarismo es perjudicial, pero el exceso de ejercicio también puede traer consecuencias negativas, especialmente cuando se practica sin control, de forma compulsiva o con exigencias extremas.

Algunos de los riesgos más relevantes son:

  • Cardiovasculares: atletas de resistencia sometidos a entrenamientos intensos pueden presentar fibrosis miocárdica, arritmias y, en casos excepcionales, muerte súbita relacionada con cardiopatías ocultas.
  • Musculoesqueléticos: fracturas por estrés, tendinopatías y artrosis precoz son frecuentes en deportes de impacto. También puede aparecer rabdomiólisis, una grave destrucción muscular que compromete al riñón.
  • Sistema inmune: el ejercicio moderado fortalece las defensas, pero el intenso y crónico las deprime, aumentando la susceptibilidad a infecciones respiratorias.
  • Salud mental: existe la llamada “adicción al ejercicio”, reconocida como entidad clínica, y la asociación con trastornos de la conducta alimentaria. El insomnio también es un efecto adverso en entrenamientos nocturnos excesivos.
  • Metabolismo y hormonas: amenorrea en mujeres atletas, descenso de testosterona en varones con sobreentrenamiento y alteraciones en el cortisol que afectan la salud general.

El riesgo oculto: esteroides y muerte súbita

Un capítulo aparte merece el uso indebido de esteroides anabolizantes androgénicos, muy extendido entre jóvenes, atletas y culturistas que buscan aumentar masa muscular y rendimiento.

El problema no es menor: estas sustancias provocan una remodelación peligrosa del corazón, con hipertrofia y fibrosis que alteran la conducción eléctrica y predisponen a arritmias letales. También producen trastornos metabólicos como dislipidemia y resistencia a la insulina, lo que multiplica el riesgo cardiovascular. Lo más alarmante es que estas alteraciones pueden manifestarse como muerte súbita en personas aparentemente sanas, sin síntomas previos. A esto se suma que su consumo suele estar acompañado de otras drogas o suplementos, potenciando aún más el daño.

El abuso de esteroides no es una simple mala práctica deportiva: es un serio problema de salud pública.

Conclusión

El ejercicio físico es, sin dudas, una de las herramientas más poderosas para vivir mejor y más años. Pero no todo vale: la práctica excesiva, mal planificada o asociada al uso de sustancias puede transformar la medicina en enfermedad.

El mensaje es claro: moverse más y sentarse menos, pero hacerlo con equilibrio y, de ser posible, con supervisión profesional. El cuerpo humano agradece la actividad, siempre que se la respete como lo que realmente es: un recurso valioso que, bien dosificado, nos regala salud.

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