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Entre santos, chicha y fútbol
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Los mercaderes del Che                                                                            

Álex Ayala Ugarte 

Editorial LIBROS DEL K.O

Segunda edición, 2010

219 páginas                                                                                                                           

Hay libros que pretenden contar la historia de las grandes personalidades. El periodista Álex Ayala Ugarte escribió un libro en donde estos personajes quedaron relegados a un segundo plano y, en algunos casos, ni aparecen. Se llama Los mercaderes del Che, un compilado de trece reportajes que se centra, por definición de su autor, en ‘personajes minúsculos’.

Los custodios de Lennon es el primer reportaje y narra la historia de unos ancianos que cuidan de las gafas que porta una estatua del ex-Beatle en un barrio desconocido de La Habana, Cuba. A través los custodios se conoce un mundo mucho más general, como una perspectiva histórica de las relaciones entre Cuba y EEUU y el régimen comunista con sus cambios y prioridades. 

El reportaje que da nombre al libro, Los mercaderes del Che, cuenta la historia del pueblo Vallegrande, el lugar de Bolivia donde en 1967 fue asesinado el revolucionario Ernesto ‘Che’ Guevara y que hoy lucra con esa fama.

Hay temas que se repiten. Basta ver el caso de Victor Hugo Viscarra, un escritor ebrio que tuvo una infancia en donde su familia y la sociedad le dieron la espalda, hasta la de un saxofonista al que le robaron un saxofón y le quitaron la posibilidad de existir como músico. La pasión por los santos también es una constante, pasando por las súplicas al ‘almita del Che’, Lennon, el fallecido narco Pablo Escobar o las ‘calaberitas’, unos cráneos a los que se va a rezar. También aparece la adoración por el fútbol como parte de los fetiches de una América Latina necesitada de creer en algo para encontrar respuesta a sus miserias.

Ayala Ugarte retrata de forma impecable las escenas y los personajes. Siempre deja en claro que es un observador activo. Y cuando no está presente, reconstruye la realidad con muchos detalles. Comenta hasta las arrugas de las personas y la impresión que le dan los gestos. Las comparaciones que se utilizan son un recurso fuerte en donde el periodista revela su estilo.

Valora las escenas desde una visión personal pero justificada. Expresiones como “Inexplicable en un país que pareciera que intenta fabricar explicaciones para todo” o “Su postura es la de un médico antes de iniciar una consulta” son moneda corriente. En algunos casos, utiliza el humor que sigue la misma línea de destacar lo menos esperado, por ejemplo, “los coches-bomba hace mucho que dejaron de ser un buen negocio para los cristaleros de la zona”.

La gran decepción de este libro es el reportaje Los héroes del penal de San Roque. Continúa con la temática de “cuestiones minúsculas”, pero la historia no tiene un carácter universal potente y claro como en las demás. Se queda en anécdotas y alguna pincelada de interés. Frena el ritmo del libro y aburre.

A pesar de ese hueco, el libro tiene momentos épicos y hasta cinematográficos. La muerte de Victor Hugo Viscarra provoca lágrimas, las palabras finales del sastre de Evo Morales dan ternura. El libro tiene historias de tres países diferentes, hay once reportajes de Bolivia, uno de Cuba y uno de Colombia, pero casi todos son tan universales como interesantes.

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