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Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

El perfume invisible: cómo el olor de las mujeres influye en la mente de los hombres

Durante siglos, la atracción entre hombres y mujeres se atribuyó al aspecto físico, la voz o la personalidad. Pero la ciencia moderna está revelando un factor mucho más sutil y poderoso: el olor humano, esa señal silenciosa que puede modificar emociones y percepciones sin que lo notemos.

Un estudio reciente publicado en la revista iScience por investigadores de la Universidad de Yale ha demostrado que el aroma natural de las mujeres puede generar efectos psicológicos medibles en los hombres, desde mayor sensación de calma hasta un incremento en la percepción de atractivo femenino.

El experimento: el olor del ciclo menstrual

Los científicos reclutaron 21 voluntarias que, durante las cuatro fases de su ciclo menstrual, llevaron bajo las axilas pequeños parches de silicona para capturar las moléculas volátiles que conforman su olor corporal.

Posteriormente, analizaron estas muestras con un espectrómetro de masas y descubrieron tres compuestos clave que se intensificaban durante la ovulación —el momento de máxima fertilidad femenina—:

  • (E)-geranil-acetona, con aroma verde o floral, derivado de una sustancia de la piel llamada escualeno.
  • Ácido tetradecanoico (mirístico), con un olor cremoso que también se encuentra en la leche materna y el líquido amniótico.
  • Ácido (Z)9-hexadecanoico (palmitoleico), sin olor por sí mismo, pero precursor de un compuesto que interviene en la percepción del envejecimiento cutáneo.

Esta combinación —una mezcla entre notas de hierba fresca, cítricos y un dejo cremoso— constituye, según los investigadores, la esencia biológica del “aroma de la ovulación”.

Cuando el perfume de la biología cambia la mente

El siguiente paso fue decisivo: los investigadores sintetizaron una mezcla con esos tres compuestos y la aplicaron, sin que lo supieran, en los micrófonos de los auriculares de un grupo de hombres voluntarios.

Luego se les pidió realizar tareas y responder encuestas sobre su estado de ánimo.

Los resultados fueron sorprendentes:

los hombres expuestos al “cóctel de la ovulación” reportaron menos hostilidad, más concentración y mejor humor. Sin saberlo, estaban siendo influenciados por un aroma imperceptible para su conciencia, pero capaz de modular su conducta.

En una segunda etapa del experimento, se pidió a estos hombres que calificaran fotografías de mujeres según distintos atributos: belleza, simpatía e interés en pasar tiempo con ellas.

El efecto del aroma volvió a aparecer: las mujeres menos atractivas fueron mejor valoradas cuando los hombres estaban expuestos a la fragancia sintética de la ovulación.

En cambio, las consideradas “muy atractivas” obtuvieron puntuaciones altas sin importar el olor.

El hallazgo sugiere que ciertos aromas femeninos podrían suavizar el estado emocional de los hombres y modificar su percepción del atractivo, incluso sin que ellos sean conscientes de ello.

¿Feromonas humanas o simple química emocional?

Aunque los autores evitan hablar directamente de “feromonas” —esas señales químicas que en animales regulan la conducta sexual—, el fenómeno parece muy cercano.

El cerebro humano conserva estructuras antiguas, como el bulbo olfatorio, que aún responden a estímulos biológicos primitivos.

En otras palabras, por muy racionales que creamos ser, seguimos siendo en parte animales guiados por el olfato.

El Dr. F. Perry Wilson, de la Yale School of Medicine y divulgador del estudio, lo resume así:

“Vivimos en un mundo de imágenes y sonidos, pero nuestro cerebro aún responde a los olores como hace miles de años. Las mujeres, sin saberlo, emiten señales químicas que los hombres pueden interpretar emocionalmente.”

Un perfume con base científica

¿Podría crearse un perfume a partir de esta mezcla? En teoría, sí. Los tres compuestos están presentes en la naturaleza —en la menta, la nuez moscada, los cítricos o el té—, por lo que algunos perfumes podrían contenerlos sin declararlo.

Sin embargo, el estudio no busca crear una fragancia mágica, sino demostrar que la química natural del cuerpo humano sigue teniendo efectos poderosos sobre el comportamiento social.

 

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