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El libro de Garretón
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He lamentado en ocasiones anteriores lo poco y mal que se lee en Chile. Proliferan las librerías, pero tienden a promover memorias precoces de personajes de la farándula o métodos de superación personal para quienes están disconformes con su persona. Es como si, una vez superada la desgracia del analfabetismo por fatalidad, las chilenas y chilenos hubiésemos elegidos ser analfabetas por vocación.

Es verdad que los libros no son baratos y que, a diferencia de otros países que muestran su valoración de la cultura eximiendo a esos objetos valiosos que son los libros del pago del IVA, en nuestro país están afectos a ese tributo lo que los hace aún más caros. Dudo, sin embargo, que una rebaja substancial de precios nos lleve a leer más. Antes que leer un buen libro, la vocación por el analfabetismo nos hace preferir la televisión o la entretención banal que nos entrega la comunicación infinita a las que no dan acceso las redes sociales.

Sin embargo, cualquiera que esté dispuesto a hacer una inversión en sí mismo comprando por lo menos un libro al mes, podrá encontrar en las librerías -posiblemente debajo de la oferta de libros de autoayuda o del método de alguna influencer para hacer algo que esté de moda- buena literatura chilena e internacional, crónicas históricas, interesantes ensayos y mejores biografías. Entre ellos están aquellos relacionados con la conmemoración del cincuentenario del golpe militar de 1973. Una conmemoración que tuvo de bueno (quizás lo único que tuvo de bueno), una estupenda producción de ensayos y biografías relacionadas con ese episodio de nuestra historia y los años que la sucedieron.

Entre esos buenos libros quiero destacar la autobiografía de Oscar Guillermo Garretón, que él tituló Notas de Memoria 1973-2023 (Ed. Catalonia, primera edición julio 2023). Garretón es, como pocos, la persona indicada para mostrarnos, mediante sus propias vivencias personales, la complejidad y aún el dramatismo de los diversos momentos que conforman ese medio siglo de vida de nuestro país.Porque él, casi como un personaje novelesco, transitó de episodio en episodio de esos cincuenta años manteniéndose siempre en el centro del torbellino. Joven “rebelde” en la Democracia Cristiana durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva; fundador de un partido que por muchos años fue conocido por su apellido, el “MAPU-Garretón”; uno de los trece más buscados por la represión luego del golpe militar; dirigente clandestino y exiliado político; recuperador de empresas públicas durante los gobiernos de la transición y empresario privado durante la democracia recuperada.

Y su trayectoria lo tiene también como protagonista de la evolución del pensamiento en nuestro escenario político: demócrata cristiano durante el gobierno de Frei Montalva, marxista-leninista durante la Unidad Popular, socialista renovado durante la transición y actualmente “amarillo” en este momento en que el centralismo transformador puja por conquistar un espacio en el polarizado escenario político actual.

La palabra de Garretón sobrevuela por sobre ese medio siglo de acontecimientos, deteniéndose aquí y allá en los momentos más significativos para el país, pero también en aquellos que más lo marcaron a él hasta convertirlo en el hombre que es hoy, en su edad madura. Y siempre lo hace con una sinceridad que por momentos resulta sobrecogedora, quizás porque destaca en un medio en que lo “políticamente correcto” o la subordinación a “la voz de la calle”, parecen imponerse en los políticos por sobre el decir lo que en realidad se piensa.

Sobre Salvador Allende no deja de reconocer que inicialmente la relación con su partido “no fue de amor”, pues “saludó con euforia nuestro arribo a la izquierda calificándonos como ´cristianos de izquierda’, cuando nosotros aspirábamos a ser partido proletario y marxista”, aunque le reconoce que fue “el hombre que abrió espacio ancho en el gobierno a jóvenes que no teníamos 30 años. Nos adelantó así responsabilidades y experiencias que han marcado a fuego mi vida”. Y su opinión definitiva, además de franca, es realista: “Estoy convencido, y no sin dolor, que de todos nosotros fue de los que menos se equivocaron en contenidos del proceso, pero fue también el que falló en imponer sus puntos de vista a una coalición obsesionada más por sus deseos que por su realidad”.

Y al reflexionar sobre la política y el cambio social, la sinceridad también está presente: “Entiendo la palabra revolución como provocar un cambio profundo y disruptivo en la vida de una sociedad. Y revolución exitosa, como aquella que provoca avances significativos y perdurables en la calidad de vida y dignidad de miles o millones de personas. Si es así, las mayores revoluciones exitosas en las que yo he participado… fueron hechas desde el sector privado… Por cierto, también hay revoluciones exitosas desde el Estado o desde la política. Yo he participado en dos de ellas: una transición impecable que sacó pacífica y democráticamente a Chile de una dictadura y la de gobiernos de Concertación, que sacaron a millones de la pobreza, recuperaron la vigencia de los derechos humanos y trajeron una prosperidad a los chilenos cuya dinámica ni antes ni después ha sido igualada”.

La vida familiar, la amistad, el canto y la música no quedan fuera de estas “notas de memoria”. A veces graciosas y cargadas de humor, como ciertos recuerdos de su exilio en Cuba, y otros profundamente conmovedores como las páginas que dedica a la desaparición de su esposa Virginia. Todo esto está contenido en el libro de recuerdos de un hombre al que en alguna oportunidad un amigo socialista le dijo “Oye, a ti te gusta escribir, ¿por qué no escribes un documento bien irreverente para ponerlo en discusión?”. Escribió ese documento y muchos otros, todos irreverentes, todos valientes y todos sinceros.

Como estas memorias, que él mismo concluye con la mejor síntesis de su vida y a su vez promesa de futuro: “Soy parte de una generación que lo perdió todo, incluso la vida de muchos de los suyos, pero luego fue capaz de hacerlo mejor, cuando aprendió a construirse una nueva oportunidad con una lógica compartida distinta de aquella fracasada. Así ocurrirá también ahora”.

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