¿Porqué habría que recordar la fecha de muerte de José Batlle y Ordóñez? Al fin y al cabo, fue el día en que el estadista dejó la vida entre los hombres cuando, seguramente, le quedaba tanto por hacer.
Sin embargo, ha de hacerse. El hecho, triste en si mismo, no deja de ser un punto de inflexión en la República. A partir del 20 de octubre de 1929, sin la pasión del quehacer político del día a día —aún para plantearse sueños ambiciosos— Batlle entra en la historia y deja una obra que será evaluada una y otra vez para continuarla bajo su inspiración.
Y, obviamente, el juicio no depende del frío inventario de los objetivos logrados. A partir de su muerte, serán los logros posteriores, para los cuales hubo que recorrer la senda trazada, los que deben ocupar nuestra atención. A partir de su muerte, honramos su idea haciendo de la uruguaya una sociedad más justa.
Una sociedad impregnada de “batllidad” —ese concepto genial de Renán Rodríquez—que lejos de quedarse con la ofrenda respetuosa al líder muerto, con el minuto de silencio imaginando su tiempo, lo recuerda celebrando su vida, tomando su acción como impulso al progreso. Hace ya 94 años.
La vida colectiva no es una foto, ni el status quo. Lejos de eso, es el diario devenir que moldea el futuro que queremos. En ello, la idea de Batlle muerto, el líder que no está, pero cuyo pensamiento se ha hecho carne en millones de uruguayos, nos alienta, nos empuja, casi que nos conmina, sin otra orden que ser mejores.
Entonces volvemos nuestra mirada a del pasado al futuro. No es lo que dejó, es lo que haremos con ello.
Ayer el presidente de CAFO, Ricardo Lombardo, publicó una de las últimas fotos públicas de Batlle. Recorría —con el arquitecto Juan Antonio Scasso— el suelo donde se levantaría apenas meses después el Estadio Centenario. El pasado es Batlle caminando sobre un sueño; el futuro, el Estadio Centenario. He ahí la inspiración Batllista.
Y podríamos decir lo mismo de la creación de la Sección de la Enseñanza Secundaria Femenina, en 1912. Ese es el pasado; el futuro es la evolución, hasta hoy, de la mujer: educada, profesional, trabajadora, política, sujeto de los mismos derechos que el hombre. Y habrá más futuro, sin duda, cuando las diferencias, las que queden, sean solamente las que conciernan a su diferencia física y la bendición de ser madres.
O de la separación del Estado y la Iglesia en 1917 —el pasado— cuya concreción permitió delinear una legislación de vanguardia —el futuro, en cada uno de sus tiempos— con cabida para el divorcio, el matrimonio igualitario y el aborto, aunque nos debamos el futuro de la eutanasia.
Podríamos traer más ejemplos. La obra bajo la influencia de Batlle en el Uruguay, durante su vida —el pasado— fue prolífera. Pero durante las nueve décadas que transcurrieron luego de su muerte ha continuado, se ha hecho más. En el futuro Batlle está presente.
Seguramente esta habrá sido la idea de Brum, cuando ante la muerte del héroe cívico, nos desafió para siempre: ¡Arriba corazones!
Así es !
Las ideas y la inmensa obra de José Batlle y Ordóñez son improntas que están en el ser uruguayo .
Aunque a algunos pocos, les moleste .
Excelente. ¡Viva Batlle!