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Editorial: El delicado caso de un Senador de la República
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Editorial: El delicado caso de un Senador de la República

Las denuncias presentadas contra el Senador Gustavo Penadés y sus obvias repercusiones son tema de alta tendencia mediática. 

No es para menos, pues se trata de un muy importante parlamentario del Partido Nacional, expresidente de la cámara baja y actual presidente del Parlamento del Mercosur, y de una denuncia que siendo contra un político no es por corrupción, como podría esperarse, sino por abusos a menores.

La alta exposición, entonces, está justificada por la encumbrada posición del Penadés y por la sordidez del delito. Y adquiere aún más notoriedad por confirmar su homosexualidad y por el perfil de la acusadora Romina Celeste Papasso, una militante nacionalista muy activa en las redes sociales que no había cambiado de género al momento del hecho denunciado.

Con todos los ingredientes para alimentar la triste bipolaridad a la que nos tienen acostumbrados las redes sociales y el morbo de buena parte de nuestra sociedad, es imprescindible empero que el tema sea tratado con una delicadeza extrema.

Porque este caso involucra prejuicios, derechos, institucionalidad y el tránsito hacia una madurez social que nos haga mejores a la hora de la convivencia.

Y porque, además, los casos de explotación sexual que han trascendido y trascienden en nuestro país ya desde hace tiempo nos enfrentan a una realidad que se impone revertir atacando el fenómeno desde todos los ámbitos posibles: la educación, la sensibilización a la sociedad, la prevención y la justicia.

Bien que se mire, la mojigatería que aún campea en nuestra sociedad podría negarle crédito tanto a Pappaso como a Penadés por sus meras orientaciones sexuales, y el partidismo seguramente pesará para que el colectivo condene o exculpe a priori a los denunciantes o al denunciado.

Como es de esperar, a este asunto no aplica aquello de ni vencidos ni vencedores. Examinadas que sean las denuncias y encausado el tema de acuerdo a las investigaciones pertinentes, las partes involucradas recibirán lo que el Derecho mande, más allá de la condena social a la que se verían expuestos. 

Pero hay más para apelar a la mesura. Este acontecimiento por sus características involucra y puede comprometer la credibilidad de los tres poderes del Estado, con lo que ello significa para el normal funcionamiento de las instituciones. Todo lo que desde ellos se haga para evitar una vocinglería estúpida, facilona y maniquea será poco.

De entrada, ayudó mucho que el Senador Penadés pidiera licencia y ayudaría más que solicitase sin cortapisas que el cuerpo al que le honra pertenecer levante sus fueros. Que los actos por los que fue denunciado no hacen a la tarea del legislador. 

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