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De la teoría a la realidad en Argentina
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Si sería pavoroso el estado en que el kirchnerismo dejó a la Argentina, que nuestros vecinos rioplatenses llevan casi seis meses soportando uno de los más profundos ajustes económicos que se conocen en la historia. Solo recuerdo algo parecido que sucedió en Polonia en 1990, cuando ese país pasó de una economía socialista a otra capitalista de un saque, lo cual significó un derrumbe del 50% del poder adquisitivo de los salarios, como forma de ordenar unas finanzas que estaban desquiciadas.
Lo que ahora ocurre en Argentina es un caso de estudio excepcional, que como tal está teniendo repercusión a nivel mundial. No es casualidad que Milei haya sido tapa en la última edición de la revista Time, ni que la prensa mundial se haga eco de sus presentaciones no solo en los foros internacionales más importantes que congregan a los principales empresarios, sino a nivel académico.
Es que se trata de un caso piloto excepcional de testeo de la teoría con la realidad.
Las políticas que está instrumentando el gobierno de Milei son de libro de texto de macroeconomía. Consisten en la instrumentación práctica de las teorías que desde hace varias décadas vienen proponiendo economistas como Von Mises, Von Hayek, Friedman y Rothbard.
En la construcción de un ideal de funcionamiento de la economía, esos teóricos han logrado aportes muy valiosos para la instrumentación de las políticas concretas en la diversidad de los países.
Pero su propuesta global, siempre se consideró más allá de las posibilidades de la realidad. Es que sus argumentos extremos en favor del libre mercado, chocan muchas veces con otras construcciones teóricas más afines a la política, tales como la democracia, la república y la igualdad de oportunidades.
Son tan extremas sus formulaciones, que hasta ahora solo lograron ser impuestas parcialmente en dictaduras militares como la chilena, o en momentos históricos caóticos como en el caso polaco.
Recogen las ideas del liberalismo de Kant, de John Stuart Mill, y hasta de Adam Smith, y las llevan a tales extremos de abstracción, que si uno las quiere hacer realidad termina arrasando con otros valores bien entendidos en la sociedad, como la solidaridad, la fraternidad, e incluso la propia libertad de la que dicen ser adalides.
La Argentina está viviendo ese proceso. A partir de una crisis económica extrema, y de los abusos que desde el estado se naturalizaron casi como una consecuencia inevitable del poder, nuestros vecinos del Plata decidieron volcar el péndulo hacia el otro extremo, eligiendo una figura excéntrica, con indudables conocimiento de la economía, que aparecía como capaz de todo para revertir la situación.
El agobio fundamental que experimentaban era una inflación que llegaba a los niveles de hiper, y que hacía imposible que nada funcionara bien, salvo una corrupción generalizada.
Así que Milei, con el respaldo de esa responsabilidad asumida, instrumentó un ajuste draconiano, con la esperanza de controlar la inflación y sentar las bases para el funcionamiento “normal” de una economía que estaba desquiciada.
Y la inflación empezó a bajar. Aunque todavía está a niveles muy elevados según la referencia de otros países, la tendencia es claramente descendente.
Pero también es claro el deterioro del nivel de vida del grueso de los argentinos.
Por ahora la opinión pública parece soportar. Milei tiene una gran habilidad para lograr que se hable de otras cosas y se mantenga la esperanza. Hambre y circo, parece ser la nueva consigna.
En un acto público realizado en el Luna Park, hizo el lanzamiento de su último libro, ante un público de 8.000 personas.
Fue una jornada sorprendente donde el presidente hasta cantó desaforado dos canciones heavy metal al frente de una banda de economistas libertarios, participó de un living donde se discutieron las ideas de su libro, e hizo una presentación que se asimilaba más a una clase de macroeconomía que a otra cosa. Una curiosa forma de que la altísima mayoría no entendiera nada, pero creyera que estaba escuchando algo trascendente.
Pero algo sumió toda la jornada en lo ridículo según mi punto de vista: en ciertos momentos, las masas vitoreaban a Von Mises y a Von Hayek. Esto revela que la mayor parte del público y probablemente de la población, confía ciegamente en lo que le díga Milei,
Esa situación tan absurda, ya me hizo desistir de tratar de entender todo este proceso. Es una muestra de realismo mágico, o quizás de una cruel ficción.
Sobre todo me convencí poco después, cuando recibí noticias del levantamiento de policías, maestros y enfermeros en la provincia de Misiones, reclamando por sus salarios miserables, que el gobierno local no puede subir porque desde Buenos Aires se suprimió toda asistencia. ¿Seguirán después otras provincias?
La gran duda es si ese encantamiento que viven los argentinos con este presidente tan excéntrico y con perfiles de fanatismo ideológico, durará lo suficiente para que la economía sumida en aguda recesión por el ajuste antiinflacionario, pueda revertir y empezar a mejorar lo suficiente para que los ya descorazonados sectores de ingresos medios y bajos que constituyen la gran mayoría del país, puedan seguir soportando el sacrificio en medio de las excentricidades de un presidente que parece indescifrable, pero que responde a pies juntillas a la teoría.
¿Qué dirá la realidad?
Esperar y ver.
Ricardo Lombardo, en Facebook, 24 de mayo

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