Se celebra hoy un nuevo aniversario de la «Toma de la Bastilla», el principio de la Revolución Francesa y del fin monárquico . El 14 de Julio de 1789 dejaría su marca inspiradora en las democracias modernas, reclamando la soberanía para el pueblo.
Con el paso de los siglos el concepto indisolublemente atado a la división de poderes y su sistema de contrapesos nos continúa rigiendo como forma de entender la República, única en la cual el pacto social logra perfeccionarse.
El día y la lección de simple entendimiento para un liceal –un adolescente que comienza a razonar las circunstancias de la vida– no debe, empero, pasar desapercibida al colectivo todo. Porque la vigencia de sus postulados, con la evolución que registra su perfeccionamiento hasta nuestros días, nunca estuvo, ni estará garantizada.
El mundo conoce sobradamente los movimientos mesiánicos que reclamaron democracias «distintas» basadas generalmente en el poder de la fuerza, para traer transformaciones cuyo beneficio último solo se restringió a quienes lo detentaron sin freno y sin límite. Evitando, por los medios a su alcance que el pueblo se manifestase libremente para elegir su destino, por medio de sus representantes. El pueblo al mando, no al servicio.
Con la certeza de que en un mundo complejo, globalizado, inmediato, la democracia republicana continúa siendo el único sistema de gobierno que permite la felicidad de los ciudadanos y que para preservarla es necesario un Estado fuerte, justo y solidario, desde estas páginas saludamos otro 14 de Julio.