La democracia republicana es imprescindible.
Concilia la ética con la ley; el derecho propio con el deber colectivo; la educación con el desarrollo y la no utilización de la pobreza con fines políticos, entre otras tantas acciones y principios.
No sabemos si lo podemos hacer, pero es imprescindible.
Claramente el gobierno del Frente Amplio, durante quince años, con la responsabilidad de gobernar el Uruguay, no lo supo hacer, pero tampoco lo manifestó imprescindible.
Ni la educación, la seguridad ciudadana, la seguridad social, la integración al mundo, el sistema de salud, ni las políticas agropecuarias, estabilidad y oportunidades legítimas de trabajo, se han evidenciado imprescindibles para los gobiernos frenteamplistas. Logros imposibles y negación sistemática para asumir el fracaso.
Entendiendo que el poder no corrompe sino delata, en estos últimos años, el nivel de corrupción que atraviesa los diversos ámbitos de la sociedad, evidencia la incapacidad de gobernar con la ética de la responsabilidad deseada, imprescindible y necesariamente posible.
La fortaleza de un proyecto político se mide por su dignidad intrínseca y por el hecho de descubrir que fuera de ese ideal no tenemos interés de transitar, que la vida no puede ser solamente duración, porque no hemos nacido para durar, la consigna es desplegar proyectos de mayor dignidad y si fracasamos hay que volver a empezar.
Y no podemos decir que nos llevará toda la vida, porque construirnos como personas nos lleva toda la vida y nadie puede dar por culminada esa tarea. Hay muchos que hoy priorizan -el permanecer y transcurrir- frente a la decisión de honrar la vida misma.
Es imprescindible entonces que no claudiquemos de un ideal de convivencia que está sustentado en la ley y la libertad.
Uruguay siempre fue un país donde la vocación democrática, la voluntad reformista, la jerarquización del Estado, el nacionalismo batllista fueron principios fundamentales que garantizaron la calidad democrática.
La libertad, democracia y justicia social es el conjunto indivisible y fundamental de nuestro sistema de valores.
El rol del Estado; la eficiencia y solidaridad de un sector privado dinámico; la generación de riquezas, de recursos y tecnología; la calidad y cantidad de servicios y la consolidación de derechos y libertades ya sean individuales como colectivas son pilares imprescindibles de la democracia.
Partidos modernos que garanticen una sociedad más justa y dignifiquen el trabajo político en función a convicciones y no a resultados electorales.
Acciones imprescindibles, miradas imprescindibles, humanismo imprescindible, creer que lo imposible es imprescindible habla de batllismo, un impostergable desafío que nos compromete y obliga con el país y su gente.
El batllismo es imprescindible para transformar el Uruguay.