En sus primeros comentarios sobre el conflicto entre Israel y Hamás luego de que un campamento para desplazados palestinos fuera atacado e incendiado por fuerzas israelíes con armas provistas por Estados Unidos, el presidente estadounidense Joe Biden hizo pública una propuesta del Gobierno de Israel para alcanzar la paz.
De acuerdo a lo manifestado por el mandatario norteamericano en la tarde del viernes, el plan israelí comprende tres fases: en la primera cesaría el fuego por unas seis semanas, durante las cuales las fuerzas de Israel saldrían de las áreas pobladas de Gaza, en tanto Hamás liberaría a los ancianos y mujeres que tiene cautivos a cambio de presos palestinos.
Si bien se hizo público que algunos de los elementos de la primera fase aún tienen que ser acordados, se indicó que en la segunda etapa se liberarían todos los rehenes en poder de Hamas, concluirían las agresiones y la totalidad de las fuerzas de Israel abandonarían Gaza.
La tercera fase comprendería la devolución de rehenes muertos, la limpieza de los escombros y el inicio de un período de reconstrucción respaldado por Estados Unidos y Europa que podría insumir entre tres y cinco años.
La propuesta revelada horas después de conocerse el fallo adverso a Donald Trump en el juicio en su contra por falsificación documental para encubrir el affaire con la actriz porno Stephanie Clifford, bien podría constituirse en otra buena noticia para la campaña de la reelección de Biden, jaqueada por el cuestionamiento a su apoyo a Israel cuyas acciones militares causaron decenas de miles de muertes en la población civil de Gaza.
Tal vez sea esta la razón por la cual los analistas interpretan que la publicidad de la oferta israelí por parte del presidente de Estados Unidos constituye una fuerte presión para Hamás. “Siempre que Hamas cumpla con sus compromisos, un alto el fuego temporal se convertirá, en palabras de la propuesta israelí, en una cesación de hostilidades permanente”, afirmó Biden.
No obstante, la presión no fue sólo dirigida al grupo terrorista. Durante su presentación el mandatario estadounidense afirmó que Hamás ya no tendría posibilidad de realizar un ataque de las características del 7 de octubre, un claro mensaje al gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, que hasta ahora se ha resistido a la idea de que las fuerzas israelíes abandonen Gaza sin haber aniquilado totalmente a las huestes de Hamás.
«Es hora de que esta guerra termine, de que comience el día después” indicó el presidente estadounidense en una frase que puede descifrarse como optimista y perentoria al mismo tiempo . Y lo cierto es que él necesita ambas cosas: hasta ahora el conflicto en Gaza le ha costado negociaciones trabajosas con el Congreso para continuar brindando apoyo bélico a Israel y , al mismo tiempo, una fuerte presión de quienes condenan la cantidad de muertes de civiles palestinos, exteriorizada en manifestaciones populares y estudiantiles.
Por otra parte la posibilidad de que Estados Unidos se vaya aislando en el concierto internacional es real. El fallo de la Corte Internacional de Justicia y la actitud de varios países europeos reconociendo al Estado Palestino, no son buenas noticias para un país que ha venido apoyando la las fuerzas de Israel, más allá que al mismo tiempo haya bregado por la ayuda humanitaria o la selectividad de las acciones militares.
«Este es verdaderamente un momento decisivo», afirmó Biden. «Israel ha hecho su propuesta. Hamas dice que quiere un alto el fuego. Este acuerdo es una oportunidad para demostrar si realmente lo dicen en serio”.
Ciertamente Biden tiene razón, el momento es decisivo. Pero no sólo para Medio Oriente. En el norte de América, él está jugando su propio partido. Y su reelección puede depender de como mueva las piezas,