Las declaraciones de Andrés Ojeda al diario El País, la semana pasada, levantaron polvareda en la interna colorada. No es para menos, es el Secretario General del partido. Y fueron disruptivas —palabra de moda— igual que su campaña; lo que no quiere decir que fueran ni buenas. . . ni malas.
Lo que está por verse es si el enfoque del senador colorado —coalición sí, coalición no— es el eje principal de la discusión que el partido necesita en este momento.
Para Ojeda no se debe discutir si en el 2030 el partido debe comparecer en la departamentales como coalición. “. . . porque 2030 es algo en lo que ya estamos todos de acuerdo” siendo todos “la enorme mayoría del partido”
Discrepamos. Y no por negar las mayorías del demacrado Partido Colorado, sino por pretender algo mejor que esta versión pobre del coloradismo, reducida a una expresión electoral minoritaria, a contramano de su historia. Nos preguntamos: en un partido pujante (y no es necesario referirse un siglo atrás), con los votos de aquellos años, con aquellas bases, ¿cuál sería “la enorme mayoría del partido”?. A veces nos asusta, o nos da pena, el conformismo.
Y, por favor, no se tome el guante de la reconstrucción partidaria ni como una cuestión generacional, ni como el quietísimo propio de quienes se sientan en la historia para llorar sobre laureles secos. Nada de eso; porque el “coalicionismo¨ recibe, en el decaído partido actual, el apoyo de los “veteranos” y de los “jóvenes”. Esto es, Julio Ma. Sanguinetti, y Andrés Ojeda.
El tema es que ninguno de los dos exsecretarios generales puede mostrar como resultado una verdadera reconstrucción de nuestra colectividad. Para nosotros hay que ir bastante más allá de una estrategia cortoplacista, que se agota en sí misma. “Cerquemos al Frente Amplio” ha dicho Ojeda que fue la propuesta colorada en discusiones con otros partidos que forman la coalición.
Cercar al adversario entre un grupo coaligado, siendo nosotros parte minirotiaria del mismo es una visión instantánea para continuar siendo un socio menor, con relativo peso en el gobierno, sea éste nacional o departamental, (además de una oportunidad para que el Frente Amplio, se victimice, algo de lo cual siempre ha sacado provecho). Lo necesario es reconquistar votos.
La discusión estratégica es otra, previa al “cerrá y vamos”, y debe darse al interior del partido. Cómo volver a ser el partido con la expresión electoral de años atrás. Sólo así nos tocará gobernar —negociando, sí—pero liderando el destino del país. Lo demás nos queda, o debiera, quedarnos chico.
En estos días, con la muerte de José Mujica, se escribió mucho sobre el extinto líder del Moviemiento de Participación Popular (MPP). Muchas semblanzas fueron realmente brillantes, como la de Manuel Flores Silva y el propio Sanguinetti. En ellas, que hicieron una disección ajustadísima sobre la persona y el mito del expresidente frenteamplista, está implícita una lección para cualquier político que se precie de tal. La transformación, la evolución, la costrucción y, obviamente, la forma de comunicar de Mujica.
Nos importa la transformación, la evolución, la construcción y la comunicación, aplicadas no al pensamiento del exguerrillero, ni a su adecuación democrática. Nos interesa su acción para construir uno de los movimientos políticos más importantes del país. Algo que hizo en relativamente corto tiempo, a partir de lo “popular” de la gente. . . aún con importantes figuras del propio Frente Amplio en contra, como bien lo destacó Sanguinetti.
Mujica no inventó nada. Si nos afirmamos en la historia para encarar el futuro, no para drenar la savia del árbol que se muere, fácilmente descubriremos que el modelo de construcción del batllismo, intuitiva o deliberadamente, inspiraron a los creadores del MPP. Lo que sirvió en el siglo XX también funcionó en el XXI.
Dejemonos de historias, saltemos el instante, encaremos el futuro. Si aceptamos —complacientemente o no— que se puede edificar estructuras para establecer mitos, entremos la tarea.
Esa es la verdadera discusión para salir de la terapia intensiva.
