Buenos Aires.- Para entender una encuesta de opinión no solo hay que mirar los resultados. Por el contrario, resulta imprescindible saltar la obviedad, lo que inexorablemente implica estructurar una lectura y un análisis que incluya la interpretación de indicadores estratégicos con el propósito de detectar no solo opiniones manifiestas. Es necesario trabajar más en el terreno de lo subyacente a fin de obtener las claves que surgen de los intereses, las actitudes, las percepciones y las emociones de la opinión pública.
Este es el desafío: interpretar y detectar cómo funciona el imaginario colectivo de una sociedad determinada.
¿Cómo interpretar el actual escenario político y económico que atraviesa nuestro país en las vísperas que Javier Milei cumpla sus primeros nueve meses de gestión? ¿Cuáles son los aspectos que causan mayor impacto en la vida cotidiana de los argentinos?
Para comenzar a contestar los interrogantes antes planteados, debemos recurrir a la segmentación política de los argentinos, un indicador que deja al descubierto un escenario sumamente polarizado, un concepto sociológico que el periodismo bautizó como la grieta.
A pesar del feroz ajuste que azotó a los argentinos desde el 10 de diciembre de 2023, de las promesas incumplidas (¿se acuerdan qué el ajuste lo iba a pagar la casta?), un 39 por ciento de la población puede ser categorizada como oficialistas.
Este valor representa un piso a partir del cual se posicionan otros indicadores que, como más adelante se puntualizarán, también justifican el apoyo a la gestión libertaria.
En la vereda de enfrente, los opositores en los últimos meses vienen creciendo, y en la actualidad representan al 46,5 por ciento de la población. En tal contexto, todo parece indicar que no queda lugar para la tibieza ya que apenas un 14,4 por ciento se considera independiente, pero a la larga terminará inclinando para un lado o para el otro a la balanza.
Los independientes poseen la capacidad de romper el equilibrio y sus preferencias se hacen manifiestas en tiempos electorales, pero que son tendenciosos es una realidad, que ya puede notarse en ciertos indicadores.
El peso de la autoadscripción partidaria también es similar. Entre el peronismo y la derecha se concentra la mayor parte de aquellos que manifiestan simpatía por algún partido político. El dato de color es que hoy en día son más los que se autodefinen más peronistas que kirchneristas y en la derecha la ventaja de La Libertad Avanza sobre el PRO, aunque se ha acortado en relación al mes anterior, confirma el grave problema que atraviesa el partido creado por Mauricio Macri: los libertarios están ocupando el centro de la escena de la derecha argentina y ganando las simpatías de aquellos que hasta hace poco eran partidarios del macrismo.
Un partido inexistente hasta los primeros meses de 2023, que aún está tratando de desarrollar un anclaje territorial e institucional en la totalidad del país, pone en jaque al PRO y desafía a Mauricio Macri y lo obliga a seguir negociando y mantenerse como protagonista para no perder más espacio.
El tiempo pasa y no solo nos vamos poniendo viejos; el desafío de gobernar y afrontar el efecto plebiscitario de las elecciones de medio término está cada vez más cerca.
Los factores que sostienen la imagen de Milei.
Tanto la imagen como la aprobación de gestión de Milei son dos indicadores que se presentan con tendencia a la baja. Muy poco, y hasta podría decirse qué a cuentagotas, aunque descenso al fin. Otros presidentes, inclusive frente a ajustes mucho más acotados, sufrieron de manera elocuente los estragos que remataron en un pronunciado descenso de su popularidad.
Sin embargo, Milei resiste. Si bien es cierto que asumió con un importante apoyo, con una imagen positiva del 61 por ciento y que hoy redondea una popularidad del 44 por ciento. El golpe más fuerte lo sintió aproximadamente cuando se cumplían los 100 días de su gestión. Luego se estabilizó bastante, aunque siempre con tendencia a un suave declive.
Otra cuestión, y por supuesto importante también, es la aprobación de gestión. Este indicador es el que mayor asociación posee con la intención de voto. En este último trabajo de campo la aprobación de su gestión redondea un 42 por ciento, incluso perdiendo alrededor de un punto porcentual si se lo compara con el mes de julio.
Una pregunta cae de madura: ¿cuál es la razón que su imagen no se derrumbe definitivamente en el actual contexto? Las respuestas deben buscarse en tres indicadores estratégicos: el factor actitudinal, el factor emocional y el factor perceptual.
Desde el punto de vista actitudinal, es importante tener en cuenta que el sistema comunicacional que caracterizó tanto a su campaña electoral como los casi nueve meses de gestión instaló de manera contundente en el imaginario colectivo altas expectativas con relación a la aplicación del modelo libertario y de los importantes cambios que debían producirse. No quedaba otra opción que ajustar a fondo: primero había que saber sufrir y luego llegarían los tiempos de disfrutar. Por tal motivo, las expectativas mantienen valores bastante más altos que su propia imagen y aprobación de gestión: el 51 por ciento está convencido que al país le va a ir mejor en materia económica los próximos meses; el 50 por ciento considera que su economía personal y familiar también mejorará (siempre y cuando al país le vaya mejor) y lo más importante, que de alguna manera puede ser tomado como un éxito y asimismo como un nuevo desafío, es la expectativa que la inflación siga bajando, opción que obtiene un 54 por ciento. A muchos les cuesta entender que la inflación baja por la recesión y no solo por el ajuste fiscal. Pero así son las cosas: es la realidad, que indiscutiblemente es la única verdad.
El segundo factor es emocional y se sostiene en la sensación psicográfica de la esperanza. Aunque es más baja que las expectativas, constituye un componente de contención, que se relaciona en forma directa con la aprobación de gestión.
Las percepciones también están presentes. En este caso se trata de la manera en que los argentinos evalúan la dirección que caracteriza a la gestión Milei. El resultado se convierte en otro de los factores que influyen en el actual posicionamiento de Javier Milei. En este caso la percepción de la dirección correcta por la que va el país obtiene un 42% de aprobación. La cuestión es muy sencilla: se asocia con la aprobación de gestión y se convierte en otro de los pilares apoyo.
El ajuste tan temido
El ajuste continúa y mes tras mes se profundiza: combustible, medicamentos, alimentos, transporte y servicios públicos de luz, gas y agua, en septiembre sufrirán un nuevo aumento y para muchos sectores de la sociedad se convierten en un nuevo factor de preocupación. Como ya fue puntualizado en encuestas publicadas meses anteriores, los argentinos son absolutamente conscientes que el ajuste lo pagan ellos, y que lo de la casta no es más que un verso.
Y aunque los datos que se detectan en este último trabajo de campo encienden luces de alarma en muchos indicadores, la resistencia de muchos que aún se siguen reafirmando como oficialistas no cede.
Pero como ya fuera señalado la realidad es la única verdad. Para reafirmarlo, solo basta puntualizar un conjunto de datos obtenidos hacia fines de agosto.
Para empezar no hay que perder de vista que 7 de cada 10 argentinos tienen dificultades para llegar a fin de mes, una realidad que la sufren tanto los sectores bajos del nivel socioeconómico como los medios. Casi 3 de cada 10 argentinos directamente no llegan a fin de mes, aunque muchos de ellos tienen trabajo, pero lo que ganan no les alcanza y 5,5 de cada 10 deben realizar grandes esfuerzos que implican privaciones, resignar consumos y hasta utilizar sus ahorros. Solo para llegar a fin de mes.
Las técnicas de supervivencia son variadas, aunque vale la pena puntualizar las que más impacto poseen al día de hoy: 7,2 por ciento dejó de utilizar transporte público y un 28,9 por ciento bajó la frecuencia de uso; un 34,3 por ciento tuvo que dejar de tomar taxis y 34,9 por ciento directamente dejó de utilizarlos; 8,8 por ciento tuvo que tomar la decisión de dejar de usar su auto particular hasta que la situación mejore y 4 de cada 10 resignó el uso frecuente de su automóvil.
Y hay más: un 18,5 por ciento tuvo que resignar el cable y un 31,6 por ciento se pasó a un plan más barato y accesible; ¿Netflix y otras plataformas pagas? También por allí pasó la motosierra: 30,5 por ciento dejó de utilizar la totalidad de las plataformas que tenía contratadas y el 27,3 por ciento necesitó resignar algunas. Internet en el hogar también pasó por el ajuste y alrededor de 3 de cada 10 optaron por pasarse a planes más baratos.
Hasta los medicamentos fueron parte del autoajuste: 3,9 por ciento dejó de comprarlos y un 33,9 por ciento reconoce que solo puede comprar los que considera más imprescindibles. Una situación que se agrava en el segmentos de los jubilados, dado que PAMI bajó considerablemente la cobertura de medicamentos gratis o con descuentos al grupo de mayor riesgo con respecto a la salud. ¿La sensibilidad social? Brilla por su ausencia.
Los argentinos bajaron notablemente el consumo de carne. Este dato se confirma con lo que plantean los comerciantes del sector. Pero el dato que evidencia esta última encuesta habla por sí solo de la gravedad del problema: casi el 15 por ciento de los argentinos dejaron de consumir carne, 14 por ciento solo consume los cortes más baratos y un 36 por ciento directamente bajó de manera notable su frecuencia de compra.
Por último: más de la mitad de los argentinos se cuida y controla al máximo su consumo de luz y gas. A media luz y en un invierno que vino con mucho frío la situación es grave. Para colmo de males, el gobierno liberó el precio de las garrafas y esta decisión afecta de lleno a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Pero la paciencia tiene un límite. Por lo que puede verse en este trabajo de campo apenas 1 de cada 4 argentinos están dispuestos a esperar “lo que sea necesario” para que las cosas mejoren. Componen el núcleo duro del actual oficialismo y lo apoyan sin dudas ni especulaciones.
Sin embargo, exactamente 3 de cada 10 argentinos ya le pone fecha a su paciencia. Si bien el tiempo oscila entre 1 y 12 meses, el riesgo está presente. Especialmente si se tiene en cuenta que en este apoyo relativo conviven los que se consideran independientes y aquellos que constituyen la periferia del propio oficialismo.
Los temas que más impactaron durante agosto
Muchas cosas han pasado durante este mes de agosto. Dentro de tal contexto de algo se puede estar seguro: la economía ocupa el centro de la escena de las cuestiones que más impactan y al mismo tiempo preocupan a los argentinos.
Al respecto sobresalen cuatro temáticas: sueldos e ingresos que no alcanzan (es la más importante a nivel cuantitativo, aunque no hace falta abundar pues ya fue desarrollado con anterioridad), aunque también debe tenerse en cuenta, que comienza a instalarse con fuerza en el imaginario colectivo el crecimiento de la pobreza, que empieza a escasear el trabajo y hasta el temor a perder el empleo. Otro impacto que viene creciendo durante los últimos tiempos es el aumento de la inseguridad. Este es un fenómeno que se observa con más intensidad entre los habitantes de las periferias de las ciudades más pobladas de nuestro país, con mayor penetración entre los que residen en el conurbano bonaerense. Esto tampoco hay que tomarlo a la ligera: es un problema que puede llegar a agravarse, en la medida que la crisis económica se profundice.
La política está presente y obviamente también importa, aunque no llega a convertirse en núcleo duro de los temas de impacto.
El más significativo está relacionado con la situación de los jubilados. “Con los jubilados no”, parece ser la frase que subyace en las opiniones tanto manifiestas como subyacentes de los argentinos. Ya lo vimos con los medicamentos, pero aquí vuelve a hacerse presente con el apoyo que recibe la aprobación parlamentaria de una nueva fórmula de ajuste jubilatorio que mejora de sus haberes, en especial en aquellos que reciben la mínima.
Los argentinos estan convencidos que a los jubilados hay que protegerlos y cuidarlos en forma permanente. Es más: cuando se pregunta específicamente con respecto a la posibilidad que el presidente Milei ejerza su derecho a vetar la mejora propuesta por el parlamento, pues la prioridad es el ajuste fiscal, el nivel de rechazo es contundente. A tal punto, que un 67,5 por ciento está en desacuerdo con el posible veto.
Este es un desafío importante para el oficialismo: el costo político que puede llegar a tener un veto a la mejora para los magros haberes jubilatorios, es muy alto.
Un rechazo de esta magnitud penetra en dos segmentos que son muy importantes para mantener el actual status quo que favorece a la gestión Milei, dado que no solo incluye a los independientes, sino que penetra en los oficialistas periféricos. Como puede verse el riesgo es muy alto.
Sobre llovido mojado, el miércoles pasado, en la clásica manifestación de los jubilados en el Congreso, se incluyó una marcha a la Plaza de Mayo. Patricia Bullrich decidió aplicar el protocolo anti piquetes y se desató una brutal represión por parte de la Policía Federal. La represión a los jubilados realmente causó estupor: la policía los apaleó brutalmente y como si esto no fuera suficiente les arrojaron gases urticantes a sus rostros.
Las imágenes que captaron la cámaras de televisión fueron desgarradoras. Son imágenes que nadie quiere ver y que hacen recordar otros tiempos que parecía olvidados.
Y lo que parecía ser un tema superado también volvió a instalarse en la opinión pública: la visita de legisladores a genocidas detenidos en la cárcel de Ezeiza para recibir un proyecto de ley para lograr que la prisión sea domiciliaria, dado lo avanzado de su edad. Un verdadero escándalo que terminó con la renuncia de Lourdes Arrieta al bloque de La Libertad Avanza con escándalos y gritos en una reunión de bloque, incluyendo una denuncia por maltrato y violencia de género.
La denuncia de Fabiola Yáñez a Alberto Fernández por violencia de género, parece haberse instalado en la opinión pública como un tema poco relacionado con la política. Y por más que está involucrado un expresidente, la cobertura mediática, con demasiada orientación amarillista, terminó decantando en dos respuestas que se refieren más a la influencia de los medios de comunicación: la mayor parte (54,7 por ciento para ser más preciso) no le cree a ninguno de los dos y un 37,2 por ciento entiende que la razón está del lado de Fabiola.
La influencia mediática queda expuesta frente a estas respuestas.
La situación en el peronismo
No existe duda alguna que el peronismo necesita una renovación: al respecto así lo afirma el 45,9 por ciento de los argentinos. El valor es importante y no debe ser tomado a la ligera, en tanto y en cuanto incluye al núcleo duro opositor (donde la mayoría se define como peronista o kirchnerista) y hasta una porción de los independientes que alguna vez hasta llegaron a votar por el peronismo, por ejemplo, como ocurrió en 2019 cuando Alberto Fernández fue elegido presidente en primera vuelta. Cuando se pregunta por los dirigentes que en mayor medida representan la renovación del peronismo, queda expuesto un aspecto subyacente que puede convertirse en una primera pista para generar las primeras hipótesis de los desafíos que el peronismo debe atravesar tras la derrota electoral de 2023.
En tal dirección se detectan dos orientaciones que definen la renovación desde la propia perspectiva de la opinión pública, de cara a las próximas elecciones de medio término.
Por un lado se percibe la necesidad de un peronismo fuertemente renovado, con dirigentes más jóvenes, con orientación progresista, que incluya extrapartidarios y hasta la posibilidad de la conformación de una nueva coalición con orientación centro progresista. Esta es una hipótesis que con el tiempo debe ser comprobada.
En tal sentido sobresalen dirigentes como Axel Kicillof, Leandro Santoro y hasta podría agregarse a Sergio Massa. No solo porque sumados representan al grupo de los más elegidos y especialmente Kicillof y Santoro que además poseen los más altos niveles de imagen positiva.
Desde tal perspectiva esta opción es la que hasta el momento logra el mayor nivel de aceptación. Pero también es posible plantear una segunda hipótesis, que se sustenta en los que esperan que el peronismo se renueve volviendo a las fuentes más tradicionales del modelo y la doctrina justicialista, imbuidos de una fuerte impronta de centro derecha moderado, dejando afuera a toda expresión progresista.
Más precisamente, son aquellos que visualizan a dirigentes como Miguel Ángel Pichetto y Guillermo Moreno, especialmente este último que con su fuerte presencia mediática en varios canales de televisión por cable expresa dicho pensamiento. Hoy por hoy representan una minoría, pero al menos y por lo visto, representan a un sector de la sociedad.