Se cumple hoy el 140º aniversario del nacimiento de César Batlle Pacheco, hijo mayor de nuestro fundador, José Batlle y Ordoñez, y firme defensor de su ideario, director de esta casa, y una luz que iluminó el camino para afirmar las instituciones de la República.
Don César, como se lo conoció popularmente, fue un faro en la lucha por los más caros ideales batllistas, como la libertad, la justicia social, el régimen colegiado de gobierno y el feminismo, vigentes en quienes levantamos las banderas del Batllismo.
La libertad tuvo a uno de sus más firmes defensores, cuando Gabriel Terra, traidor al Batllismo, arrasó con las instituciones democráticas el 31 de marzo de 1933 y Batlle Pacheco, desde el Partido Colorado y El Día, aún bajo severa censura, opuso tenaz resistencia al régimen, que lo desterró junto a su hermano Lorenzo.
Su actuación fue fundamental para proclamar la abstención del Batllismo en las elecciones de 1934, para evitar el abandono del Partido Colorado por parte del Batllismo para así conformar un “Frente Popular”, y por último, para la apertura democrática.
No dudó en entablar conversaciones en 1941 con el presidente Alfredo Baldomir para encaminar el restablecimiento de las instituciones.
Solía sostener, ante las críticas por esas conversaciones con quien fuera Jefe de Policía de Montevideo durante el régimen de Terra y por apoyar el “golpe bueno” del 21 de febrero de 1941, que los atardeceres y amaneceres se parecen, pero mientras unos llevan a la oscuridad, los otros lo hacen hacia la luz.
Con el retorno a la democracia en 1942, sólo aceptó desempeñarse como edil en la Junta Departamental de Montevideo, clara expresión de su humildad.
Defendió siempre la justicia social y la acción del Estado en la protección de los más débiles, sin desconocer por ello la responsabilidad de los gobernantes, con austeridad y el manejo equilibrado de las cuentas públicas.
En 1932 redactó junto a Pablo Minelli la ley que habilitó el voto femenino y que se ejerció por primera vez en las elecciones de 1938, un paso fundamental en la igualdad de los derechos cívicos de hombres y mujeres.
Su cultura, su buen gusto y su visión de futuro, adquiridos ya desde el primer viaje a Europa junto a su padre en 1907, lo llevaron, desde sus diferentes cargos a nivel departamental en Montevideo, a contribuir de forma decisiva en la expansión de la rambla y los espacios verdes.
Desde la Junta Económico-Administrativa, el Concejo de Administración Departamental (Intendencia de acuerdo a la Constitución de 1917), o la Junta Departamental, promovió la construcción del Estadio Centenario y de la Rambla Sur, la ampliación del Prado, la instalación del Parque Lecocq y la sustitución de los adoquines por hormigón en las calles capitalinas.
Hombre del deporte, presidió el Club Atlético Peñarol y la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), ésta en dos ocasiones, y durante la segunda de ellas, Uruguay obtuvo la Copa del Mundo en Maracaná en 1950.
Fue entonces un líder, conductor y luz guiadora en múltiples campos, integrante fundamental de una estirpe política cuyo ejemplo no abunda hoy.
En momentos en que la discusión política se torna muchas veces superficial, cuando las salidas de tono empobrecen el debate y cuando un compromiso político se puede o no cumplir, se debe tener más que nunca en cuenta el pensamiento, la acción y la palabra justa de César Batlle Pacheco.
La República necesita hombres de su dimensión.
