A tres días de la audiencia donde la fiscal Alicia Ghione solicitará la formalización del desaforado senador nacionalista Gustavo Penadés y del profesor de historia Sebastián Mauvezín, este sábado se dieron a conocer dos hechos con trascendencia en la causa: que Penadés solicitó a colaboradores y conocidos que limpiaran los diálogos en texto mantenidos por teléfono y que algunos de los chats entre menores y Mauvezín que fueron incluidos por la fiscalía como prueba son falsos y fueron enviados desde un establecimiento penitenciario.
En declaraciones a El País, Ghione confirmó que si bien algunos chats son reales, porque se dan y quedan registrados en las redes sociales, Meta, la compañía que administra Facebook e Instagram le informó que los perfiles utilizados en los mensajes son falsos y fueron enviados dese una cárcel.
Al mismo tiempo, El Observador accedió y transcribió escuchas obtenidas mediante la intervención autorizada judicialmente de los teléfonos de colaboradores y conocidos de Penadés de cuyo contexto surge que el legislador blanco solicitó la eliminación de chats. Uno de los textos reproducidos sugiere que una funcionaria de la Corte Electoral recababa información de una persona para darle a Penadés, aunque no se establece si era de uno de los denunciantes. La intervención telefónica fue solicitada a personas que comparecieron en sede judicial.
En todo momento la defensa de Penadés y Mauvezín solicitó conocer la identidad de sus denunciantes, cosa que hasta ahora no ha sucedido, salvo en el caso de Romina Pappasso, cuya denuncia pública fue la detonante del caso.
De acuerdo a ambos investigados tras la denuncia hay una «trama» para perjudicar a Penadés, de la cual sería responsable un de los testigos en el caso, Jonathan Mastropierro, un joven con antecedentes penales que a través de Mauvezín conoció al legislador, con quien mantuvo relaciones sexuales.
La fiscal Ghione, negó que de momento existiesen elementos que permitan asegurar que existe una trama. Además, la Fiscalía comunicó que varios de los denunciantes no conocen ni a Mastropierro ni a Papasso, y vienen de distintos entornos sociales.