Compartirmos el primer editorial de Semanario El Día publicado en junio del año 2000
Con empecinado empeño EL DIA hoy vuelve a la calle. ¿Y qué cosa hay detrás de ese hecho, que hace que un grupo de gente -desafiando el olvido, la modernidad y hasta intentos fallidos- quiera poner este periódico en manos del lector, reviviendo una marca que dormía en un cajón?
Informar y formar es el propósito que nos anima. Y queremos decirlo desde ya claramente: cumpliremos nuestra misión con nuestro propio esfuerzo, sin más compromiso que con el lector. Informaremos verazmente porque es imposible construir proyecto alguno sin credibilidad y procuraremos formar inspirando a través de la prédica periodística; por un país democrá- tico pero cívicamente fuerte, libre pero justo, solidario pero eficiente.
Concebimos nuestra acción en dos campos separados. Por un lado informar, participar al colectivo de lo que sucede, como parte del ejercicio de la libertad de prensa que, al reconocer el derecho del público a conocer lo que acontece, nos impone la obligación de hacerlo honestamente. Por el otro, opinar, como parte del ejercicio de la libertad de expresión, lo que haremos desde la página editorial. Nuestros editoriales nunca serán noticia sino para otros medios y nuestras noticias no serán nunca editorializadas.
Asumimos ambas tareas con rigor contractual. Sabemos que la sola voluntad del lector puede discontinuar ese contrato y aceptamos los dos retos: tratar la noticia desde todos los ángulos, sin otro límite que el respeto a las acciones privadas que no afectan a la sociedad, e ir al encuentro de nuestros ideales sin temor a la soledad.
Es que EL DIA es algo más que el nombre de este producto periodístico; estas mismas páginas podrían haber aparecido bajo otro título y sin embargo el resultado hubiese sido distinto. Porque el espíritu de este semanario está dado precisamente por la identidad, ineludible, que el nombre EL DIA trae consigo. Sí sentimos respeto por el ciudadano. Sí creemos que los orígenes del Uruguay moderno merecen ser tenidos en cuenta. Nos inspira Batlle.
Y si bien no disimulamos nuestra filiación partidaria, no concebimos a EL DIA como vocero del Partido Colorado ni del gobierno. Nuestra prédica no le asegura ni a uno ni a otro la complacencia.
Traicionaríamos a Batlle si hiciéramos lo contrario: su diario combatió gobiernos colorados y en la oposición a un determinado concepto de organización partidaria dio forma al primer partido de masas del Uruguay.
Creando un partido capaz de acercar al ciudadano al poder, vigilando desde el Club Seccional las promesas de políticos ‘no-mediáticos’, si se nos acepta esa odiosa denominación que privilegia la imagen al cambio de ideas.
Entonces, si EL DIA contribuyó a la formación del Partido Colorado como uno de masas, continuaremos bregando para que ese partido funcione orgánicamente. Para que la Convención sea su guía verdadero y para preguntarnos y contestar- nos desde aquí y desde allí, cada cual en su posición, por qué nuestro partido no es más la mayoría de Montevideo. Que no toda justificación es atendible y que el desgaste que el gobierno trae consigo no es excusa para la pérdida de posiciones. Que Batlle mismo es el mentís más rotundo a tal aseveración.
Inauguramos pues esta nueva etapa de EL DIA con renovada esperanza. En el verdadero significado de la prensa libre, en la vigencia de la democracia que no es tal sin aquella, en el ideario batllista al cual le debemos en buena medida el Uruguay que -con dificultades y bajos y particula- ridades y altos- sigue siendo un país digno de vivir en él.
Y con la alegría que nos brota del alma por retomar el sentido mismo de nuestra vocación de servicio asumimos la defensa de los valores implícitos sobre los cuales descansa la esperanza de reeditar EL DIA.
Reconociendo que al «Luchar por un ideal aunque sepamos que llegar a él no nos es dado… cada paso que damos, nos acerca al ideal que hemos soñado»… como está dicho en los versos tallados en el mármol del panteón de Batlle, representando cabalmente el carácter del alma que animó a los restos que allí descansan.