Sobre su último estertor, por cierto extendido en demasía, el saliente Comité Ejecutivo de la AUF deja, de entre otros legados, la contratación de Marcelo Bielsa como DT de nuestra Selección Mayor, un hecho como para mirar el devenir con moderado optimismo.
La cuestión que anduvo en boca de alguno, y que no es un tema menor, es la cuantía de la contratación y su sustentabilidad económica. Pero preferimos no entrar en el asunto porque no contamos con todos los insumos necesarios como para pronunciarnos sobre el mismo. (Dudamos que muchos de los “opinólogos” lo hagan)
Lo que sí podemos afirmar es que en cualquier caso, el pago acordado va de la mano con la ambiciosa y esperanzadora apuesta. Siempre habrá quien reclame austeridad —nuestra marca en el orillo—, pero haciendo un poco de historia esas voces ya se habían alzado para cuestionar la contratación de Oscar Tabárez primero y su renovación luego ¡y vaya si valió la pena pagarlo!
También hubo quienes se rasgaron las vestiduras de la moderación cuando se le encomendó la conducción de la Celeste a Daniel Passarella, coincidentemente argentino (apuntamos la mera coincidencia como lo que es, porque la nacionalidad como pro o como contra, nos parece el más torpe e inconducente de los debates).
Respecto a la de Passarella lo destacable es la coincidencia que no existió en la contratación del “loco”: la de Bielsa podrá gustar o no, pero fue tomada exclusivamente por los responsables de la AUF, contrariamente a lo que ocurrió hace un cuarto de siglo atrás cuando Francisco “Paco”Casal, indicó a Passarella, iniciando un camino de injerencias (institucionalizadas luego a través de su empresa Tenfield) que lo convertirían en un importante actor de nuestro futbol por fuera de la estructura orgánica de la AUF pero permeándola un día sí y otro también.
Bielsa seduce desde el vamos, porque la conditio sine qua non exigible a quien se distingue con este cargo es que lo lleve adelante con trabajo, empeño, método, constancia, y compromiso, algo que el “loco” a lo largo de sus cuatro décadas como entrenador ha elevado al rango de himno —decir que es su obsesión sería políticamente incorrecto—
El argentino, además, hace de la planificación, el estudio y el análisis el combustible para alcanzar su finalidad, que es la de un fútbol dinámico, de movilidad, de despliegue y repliegue, a imagen y semejanza del fútbol total que en los albores de los ‘70s Países Bajos, por aquel entonces Holanda, le regaló al mundo.
Y su trayectoria, que suma una vasta experiencia en el fútbol europeo casi hasta hoy, muestra que sabe lo que es dirigir una selección de primer nivel y que puede convivir con la presión porque tiene espaldas anchas,. Por ese lado podemos estar tranquilos.
Sin embargo el carácter de Bielsa justifica el recelo. Sus umbrales de exigencia altos y de paciencia corta son motivo de alerta, sobre todo porque ponen en riesgo la estabilidad a la que nos acostumbró el ciclo Tabárez tras tres lustros prolíficos.
Es sabido que “el loco” ha tenido desencuentros con dirigentes y como consecuencia ha tomado decisiones drásticas abandonando procesos. Y aunque es de suponer —y esperar— que el tiempo y la experiencia atemperen los impulsos, la traza está, requiriendo que nuestra dirigencia evite trasladar sus disidencias intestinas en las relaciones con el nuevo seleccionador.
El gobierno del fútbol impuesto por FIFA mediante un Congreso que todo y a todos abarca como fenómeno único pero diverso no ha logrado, a cuatro años de su instauración, ser más que la mera cohabitación de mundos paralelos. Por eso es de esperar que Comité Ejecutivo de la AUF, que tiene la responsabilidad de llevar el día a día de la gestión incluida el trato con Bielsa, consiga trabajar con el entrenador con la cohesión y la conciencia de unidad que no llegó aún al Congreso.
Si se actúa de otro modo, como representantes corporativos tratando cada uno de llevar agua a su molino, más tarde o más temprano se afectará la normalidad de las relaciones con funcionarios o terceros en general y con Bielsa en particular, a quien no le vemos tolerancia ante menudencias.
Desarrollar y conservar un “proceso Bielsa” requerirá un Comité Ejecutivo bien plantado y sólido; así como que los anatemas del Presidente de Peñarol no lleguen a concretarse si no hay un integrante de su filiación en el órgano de administración, lo cual debe ser aceptado como una alternativa normal en la vida de una entidad. (Ignacio Ruglio tiene que elevar sus miras –¿será que algún día los representantes de nuestras Instituciones señeras dejarán de reclamar como algo debido cargos y espacios que ninguna norma les concede ni asegura?)
Hoy por hoy contamos con un DT de primera línea, que como rioplatense que es, sabe de qué manera se siente por aquí el más maravilloso de los deportes, y hasta nos tributa cierta admiración por ello. Debemos asegurar un marco institucional que le permita desarrollar lo que vino a hacer y que hace muy bien; así es como se buscan los resultados, que aún bajo todos estos auspicios, llegan o no, y que, ayer, hoy y siempre, mandan.