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Bergara, los Andes, y el gol de Ghiggia
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Por libre elección no frecuento redes sociales. Cuestión de higiene mental y espiritual, me veda el ingreso a esa especie de Torre de Babel, donde campea la desinformación, las falsas noticias, la polémica destructiva, el linchamiento, y además es la cueva de mediocres reduccionistas que hacen de la consigna y el panfleto, su modo de vida.

Eso son para mí las redes, y además cuando alguno intenta hablar, proponer y pensar, de inmediato aparece el rebuzne y la descalificación.

Hago la aclaración porque en ese mudo del inmediatismo y del ya y ahora, el tema ya haya sido abordado desde distintas ópticas. El tema es los infelices dichos de Bergara.

Todavía no puedo creer lo que me hicieron llegar: “La epopeya de Los Andes fue protagonizada por chiquilines de los sectores más ricos de la sociedad. Muchachos de élite, sin vuelta ni matices. Sin embargo todos estamos orgullosos de que sean uruguayos…”

En primer lugar me sorprendió el empleo del vocablo “ricos” por odioso. Bien pudo haber empleado el vocablo pudientes, y siendo que es un economista que aspira a la primera magistratura debería haber empleado un vocablo de menos fractura, más emparentado con su ciencia y con la dignidad a la que aspira. Esperaba un lenguaje algo más galano.

En segundo lugar me sorprendió más aún el giro “Muchachos de élite, sin vueltas ni matices”. Me sorprendió la generalización banal y tajante porque salvo que haya realizado un estudio familia por familia, origen por origen, nivel social y económico también familia por familia, no tenía soporte para exiliar “sin vuelta” los matices. No entiendo de donde le viene esa convicción de que entre los 45 no había matices… seguramente no razonó que había hijos de profesionales, de artistas, de empresarios, de ganaderos, de comerciantes con vuelta y con matices con diferente extracción social y contextos en sus hogares.

Lo anterior daría para un extenso desarrollo, pero lo que terminó por sorprenderme fue lo siguiente, lo que viene en tercer lugar.

Precisamente en tercer lugar viene un “Sin embargo” que haría buenos a estos muchachos por ser uruguayos.

O sea, eran malos por sus orígenes o situación, pero el heroísmo y su nacionalidad, los volvería buenos. Bergara dixit.

Su postura es la muestra del más descarnado materialismo de un alma tutorial sabelotodo y que todo lo dice, un dicelotodo, lo que también daría para profundizar pero dejémoslo ahí.

Optamos por una reflexión cual es la de que este país existía antes de 1971 y fue precisamente en la primera mitad del siglo -en el Uruguay batllista- que saltamos a los primeros planos en lo internacional.

Artistas, educadores, las primeras educadoras, escritores, pintores, deportistas, murguistas, médicos, y en general todos los protagonistas del quehacer uruguayo, se educaron, formaron y brillaron en el Uruguay batllista.

Desconozco si Nasazzi, Schiaffino, Ghiggia, entre otros cracks, eran batllistas, aunque presumo que sí por sus apellidos italianos. No desconozco que Rosa Luna lo era como también lo era Luis Cubilla; no sé la filiación política de Dogomar Martínez, aunque sí la de Pedro Figari y así podría seguir…

Lo que sí sé es que desde 1959 en más gracias a los barbudos de una isla hoy sumida en el hambre, ese ha sido el modelo inspirador de los Bergara.

No sé cuál era la adscripción política de Ghiggia (para tomar su gol glorioso y de otra heroicidad -no es lo mismo 90 minutos que 72 días) pero sé que eran tiempos de la hegemonía política del batllismo y hasta podía ser que fuera batllista. Sí sé que aunque existían partidos ideológicos, a Emilio Frugoni no se le había ocurrido decir: “Que gol el de Ghiggia, qué gloria nos regaló; es batllista (o blanco), sin embargo estamos orgullosos de él”

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