En un reporte para el programa Nuestro Tiempo de la televisión suiza (*), Luis Lema y Nicolás Wadinoff acompañaron durante dos meses a Philippe Lazzarini, director de la Agencia de las Naciones Unidas para los nietos y bisnietos de los refugiados palestinos de la guerra de Independencia de Israel –1947 a 1949–.
La UNWRA trabaja en los 58 campamentos– ciudades- asentamientos mal cuidados, desperdigados en la Tierra de Israel-Palestina, Jordania, Siria y Líbano. Creo haber visto alguna vez que Naciones Unidas se ocupa hasta de levantar la basura en ellos.
La crisis post independencia de Israel – catástrofe – Nakba, primero guerra civil y luego internacional que sucedió a la decisión de la Asamblea de Naciones Unidas de noviembre de 1947, en los restos de Palestina, fue la segunda partición que siguió al nacimiento de Transjordania, un regalo que los británicos le hicieron a la dinastía hashemita, luego de que fueron derrocados en Arabia Saudita hace aproximadamente 100 años.
Esa monarquía, guardiana de La Meca desde los tiempos siguientes al profeta Mahoma, había tomado la polémica decisión de volcarse al lado inglés contra sus opresores turcos durante la Primera Guerra Mundial. Su premio colaboracionista, una vez derrocados pocos años después, fue la creación del reino de Jordania y la primera partición de Palestina. No hay génesis más imperialista que el de ese reino, pero el éxito se premia y, a diferencia del Estado de Israel, nadie en occidente cuestiona su existencia.
La victoria israelí en la Guerra de los Seis Días – en 1967- hizo que Jordania, parte de coalición árabe derrotada, perdiera su protectorado palestino ganado en 1948, incluida Jerusalém Oriental.
Lo que de a ratos Occidente llama Palestina–incluso Uruguay, en donde hay una embajadora– es, al final del día, Jerusalém Oriental y sus suburbios.
Los palestinos que allí residen son casi tres millones. Concomitantemente con su expoliación está el crecimiento de la capital del hasta hace pocas horas pujante estado sionista.
Hasta las tratativas de Madrid en 1991, la monarquía Hashemita era la representante de Cisjordania.
Veinte años antes, en 1971 la Organización de Liberación de Palestina quiso derrocarla.
Repasando la historia, encontramos que el Reino de Jordania, Jerusalém Oriental, la explanada de las mezquitas, Judea y Samaria eran una misma cosa hasta 1967.
La causa palestina murió para Jordania tres años después de su derrota en la Guerra de los Seis Días, con el fracasado intento de golpe de estado a la monarquía por parte de la Organización liberadora que lideraba, entre otros, Yasser Arafat, y la posterior represalia de Setiembre Negro.
El Reino de Jordania finalmente renunció a Judea, Samaria y Jerusalém Oriental en 1991 en la Conferencia de Madrid. Hoy son territorios oprimidos que representan, para los árabes sunitas palestinos un primer paso para la liberación de la Tierra de Israel–Palestina y para los judíos, la expansión del gran Jerusalém. Por ello viven allí 500 mil colonos judíos, la mayoría religiosos, ultra nacionalistas. Es que la piadosa Judea bíblica coincide con esas secas mesetas y para los judíos nacionalistas, Judea y Samaria son la verdadera tierra prometida.
Lazzarini, como buen suizo tiene otras dos etnicidades, la francesa y la italiana. Su trayectoria lo llevó antes a Bosnia, Líbano, Ruanda e Irak. Lleva 4 años en el cargo culpabilizando de todos los males a Israel, aún cuando sus asistidos gazatíes rompieron con todo lo pre-concebido en el siglo XXI. De hecho doce empleados de los 30 mil repartidos en cuatro países, fueron acusados por Israel de haber participado en el progróm palestino del 7 de octubre. Los sionistas dieron los nombres y pruebas fílmicas de su participación.
Cuando asumió, Lazzarini dijo que soñaba con ser el último comisario general de la agencia, en el entendido que un nuevo acuerdo entre los judíos y los árabes suníes pondría fin a la calidad de refugiados de los bisnietos de los desplazados en los fatídicos tres años de la vida palestina, entre 1947 y 1949.
UNWRA fue creada durante el último año de ese período como consecuencia del armisticio entre Israel y los múltiples estados árabes beligerantes. Proveé salud, educación y servicios sociales a los seis millones de musulmanes sunitas, de origen palestino, varios de ellos apátridas.
Que los niños del enclave fundamentalista acudiesen a las escuelas de la agencia en Gaza, no le hacía mucha gracia a los hombres fuertes del enclave, el Hamás, los cuales la consideraban una amenaza cultural a sus valores integristas, UNWRA, para congraciarse con estos, dejó que en sus instituciones educativas se tuviese una suficiente libertad de cátedra para demonizar a Israel, los sionistas y los judíos en general. Es que sin pactar con Hamás o mirar para otro lado no podían cumplir su función. El 7 de octubre no nació de un repollo. Una rehén liberada dijo que un maestro de UNWRA la tenía secuestrada.
En la cuestionada y malograda Franja de Gaza, el 75 por ciento de sus habitantes recibe o recibía algún servicio de UNWRA. Si Hamás es la ideología nacional de los gazatíes, no hay forma que ambas identidades no se confundan. De las tres decenas de miles de empleados de la agencia, trece mil residen en Gaza.
Tarek al Sheik, maestro en Cisjordania le comentó a los reporteros del desastre que supondría la desfinanciación de la organización. Juliette Touma, (@JulietteTouma), jefa de prensa de UNWRA, no podía contener las lágrimas frente a los periodistas. Sabe que dicha organización nunca estuvo tan cerca del precipicio.
Mahmud Abás, actual Presidente de la Autoridad Palestina, gobierno nacido en los acuerdos de Oslo de 1993, que primero fue electo y después gobernó como hombre fuerte e impopular de Cisjordania, dijo que las escuelas de UNWRA eran un quid de la cuestión para los palestinos hasta la catástrofe de octubre, pero que él personalmente las defendía.
El presupuesto de la agencia hasta un día antes de la debacle era de 850 millones de dólares. Cuando yo cursaba facultad, en los ochenta, ese número era el total de las exportaciones de Uruguay.
Cuando la causa palestina entró en caída libre, perdió la mitad de sus fondos. Hungría está reticente a seguir financiándola. Rusia contribuye muy poco. Francia se halla vacilante y la Unión Europea congelaría la mitad de su aporte a la espera de los resultados de la comisión investigadora. De los populistas hispanoamericanos se puede esperar apoyo moral pero no dinero. Están muy ocupados vendiéndoles los intereses nacionales a los Ayatolah. La República Islámica de Irán y Qatar financian a Gaza por derecha e izquierda pero no a Cisjordania. Hamás son sus amigos, la Autoridad Palestina no. La verdadera causa de los integristas persas es la derrota del sunismo y del liderazgo de Arabia Saudita, no la liberación de Palestina.
En su propio país Lazzarini tiene el apoyo de la izquierda, los ecologistas, pero no de los liberales.
El desconcertado suizo dice que la institución recibe ataques con fines políticos. Por supuesto que el meollo de la cuestión es la calidad de apátridas que tienen varios millones de árabes sunitas de origen palestino. Ser apátrida al final del día supone un des–compromiso de las autoridades de los países donde residen. Por ello la importancia de la ayuda multinacional.
Mientras que Israel le reconoce la ciudadanía a cualquier extranjero que tenga un abuelo judío considerando la inmigración al oeste del Río Jordán un retorno, los palestinos cuyos vínculos con Tierra Santa son más recientes y fáciles de probar por un lado, carecen de ese derecho, por el otro son sometidos a una constante opresión y expropiación de sus solares en Cisjordania. Jerusalém crece a expensas de los palestinos. Su causa no se merecía un 7 de octubre, pero ni siquiera Zeus puede cambiar lo que ya pasó. Alah se apiade de ellos.
Los periodistas le preguntaron al controvertido Lazzarini si estaba dispuesto a renunciar. Contestó que UNWRA es una de las tantas voces de los palestinos y no querría que se pierda.
(8) El programa televisivo se puede ver en https://www.youtube.com/watch?v=n3SNBMh2R14&t=343s