Para la segunda vuelta electoral en las elecciones argentinas, la ley obliga un debate entre dos, a diferencia de los previos entre varios candidatos. Y en un modelo entre dos finalistas podría esperarse que último encuentro –como el de este domingo, entre el oficialista Sergio Massa y el opositor Javier Milei– fuese más esclarecedor para el votante que los anteriores, con participación de varias personas. Y puede ser que haya sido, pero no por la contraposición de propuestas o la profundización de ideas. Se trató de quien infringió más «daños» al contenedor, y quien fue más hábil para salir del atrolladero.
A una semana de la votación en que se elegirá al próximo presidente argentino, para la cual las distintas encuestas realizadas no da certezas de un ganador, el debate era una oportunidad y, al mismo tiempo, un riesgo. Y a pesar de que la confrontación fue sobre temas previamente acordados –“Economía”, “Relaciones de la Argentina con mundo”, “Educación y Salud”, “Producción y Trabajo”, “Seguridad” y “DDHH y Convivencia Democrática”– salvo los datos reales brindados respecto a la situación económica, o la realidad estadística sobre el trabajo o la educación, nada quedó muy claro al votante argentino que esperó el debate para decidir su opción, si es que todavía quedaba alguno por definirse a siete días de la elección.
Las acusaciones directas de mentir, de ignorar, de delinquir, o las indirectas sobre la sanidad mental del candidato atrajeron más la atención del debate que las propuestas acabadas sobre cómo sacar a Argentina de una crisis política y económica importante. Es cierto que Milei apeló a su conocimiento de la economía, pero no pudo sacarse de encima propuestas incendiarias en la campaña, y que Massa mostró su mejor cara respecto a la seguridad, gracias a sus logros como intendente del Tigre, pero que no puede mostrar como ministro de Economía.
En todo caso, esos picos de información y propuesta duraron poco. Los minutos se fueron en saber si se pedirá perdón al Papa –a quien Milei había descartado durante la campaña– o si Massa pertenece a un partido que combatió al presidente Raúl Alfonsín con saña. O porqué Milei fue «rechazado» por el Banco Central luego de una pasantía, o qué se conocerá de Massa, que su esposa ha intentado cargos electorales perdiendo las elecciones.
La disputa, entonces, no quedó en qué propuestas específicas son más tentadoras para el elector. Salvo que a grandes rasgos el candidato de La Libertad Avanza ofrece un ámbito de economía liberal desde el cual solucionar los problemas económicos y sociales y el de Union por la Patria un espacio de unidad nacional a ser pactado entre distintos partidos y sectores sociales, resulta difícil ir más allá. Porque analizado con detenimiento, en Argentina, lograr ámbitos de economía ultra liberal, o la unidad nacional, son tareas difíciles, casi imposibles.