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Ninguno de los integrantes del “sistema político” está o han estado libres de cometer un acto antijurídico y sancionable; el asunto es como cada uno  reacciona ante el hecho. Los hay quienes “negocian” la sanción, eso tiene un tinte de ausencia de república en su fuero interno, una suerte de dignidad distinta. Para no ser muy duro; los hay quienes siendo más republicanos, dan un paso al costado, pero con abuso de poder, no de funciones. No son muy  distintos de los que negocian, porque no negocian, pero si son menos dignos por las herramientas utilizadas para aclarar los hechos u oscurecerlos. Hay otros que lisa y llanamente, no llamados a responsabilidad, sino que puesta su responsabilidad en cuestión, utilizan la herramienta más republicana de todas: los fueros parlamentarios. Esos deberían ser sancionados o sometidos al escarnio público, no por lo que puedan haber hecho o aparentemente hecho, sino por el uso de la herramienta, los fueros, lo que la ciudadanía y la constitución les dio como garantía de libertad en el ejercicio de su función legislativa y lo usan como garantía, asaz efímera, de ser investigados por algún hecho anterior a su investidura. Me acuerdo ahora de un Comandante del Ejercito devenido senador, por el que merecen respeto todos y cada uno de sus votantes, aunque él ninguno. Es un problema de dignidad, él es indigno de su banca y por eso tampoco es republicano. No es un tema de moral o inmoral, porque no la tiene. Alguno diría amoral. 

Ayer y hoy en un espacio político que no integro, y con quienes no comulgo ideológicamente, veo que un vicepresidente de la república renunció, tarde o no, con mentiras o no, pero renunció y permitió que la justicia se pronunciara. Hoy otra vez a un legislador le fue dubitada su conducta, insisto, dubitada, aún es inocente. Esta es la gran ventaja de la república, somos inocentes, hasta que un juez digo lo contrario. El senador Charles Carrera, hizo lo que se esperaba de un ciudadano con la investidura otorgada, renunció, no renunció al Senado de la República, no a su función, renunció a su investidura y como consecuencia de ello a la función y al senado, insisto, a la investidura. Dijo; quiero ser juzgado como un ciudadano común, como un simple ciudadano y eso es un ejemplo de República. Si hay dudas que la justicia las investigue, si hay responsabilidades que la justicia lo determine. Ese ciudadano merece respeto y mucho. Su actitud es incluso didáctica, la República lo merece y lo agradece. Otro tema es el pretendido acto antijurídico. Eso lo veremos con el tiempo.

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