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El Ejercito Nacional, es una institución tan o más antigua que nuestro país. Recordemos que dicha Institución. celebró en 2011 sus 200 años (1811-2011). Si bien es materia discutible, que aquella fuerza Artiguista, fuera efectivamente un Ejército, lo realmente cierto, es que 1811 se toma como punto de partida de la creación de nuestras Fuerzas Armadas. No fue, sin embargo, hasta 1876 con Latorre y (sobre todo), en 1904 con Batlle y Ordóñez, que aquella fuerza adquirió su carácter de Ejército profesional.

Mucho se habla y poco se sabe

Si bien, mucho se habla en la opinión pública en materia de Fuerzas Armadas, con expresiones que abarcan un abanico de opiniones que van desde: “solo sirven para tomar mate”, hasta, “hay que sacar a los militares a la calle”, pasando por un sin fin de estadios intermedios; muy poco es lo que se conoce sobre esta Institución.

Subordinadas constitucionalmente al poder civil, en la figura del Presidente de la República y el Ministro de Defensa, se trata de una Institución que tiene algunas particularidades.Como Institución subordinada al Poder Civil, las Fuerzas Armadas ostentan el “monopolio de la amenaza de la utilización de la fuerza legítima del Estado”, y en última instancia, “su uso efectivo”. Además de  este hecho, por demás determinante, López (2007) argumenta que, “bajo su formato actual, que debe mucho su constitución como ‘nudo coercitivo’ del Estado moderno, la Institución posee un saber especializado para el desempeño de su función que la hace ostentar cuatro características fundamentales: Profesional; Burocrática; Cerrada, y Compleja”.

Es Profesional, pues en tanto profesión, ella transmite un saber técnico y especializado, pensado para lograr los fines para los cuales existe, el manejo de los medios de violencia y en última instancia la guerra.

Es Burocrática, porque se organiza en torno a procesos racionales que vinculan de la forma mas eficiente los medios necesarios para el cumplimiento de determinados fines, que en el caso extremo de las FF.AA., incluye la guerra o ‘morir por la patria’.

Es Cerrada, porque efectúa un intenso proceso de socialización de sus componentes en un ámbito espacial que delimita el ‘adentro’ del ‘afuera’.

Es Compleja, porque la multiplicidad de saberes y recursos que maneja, así como la especialización funcional le permite darse sus propios fines, en determinadas circunstancias.

Este último punto es materia fundamental, “darse sus propios fines en determinadas circunstancias”, para lo cual dispone de una autonomía muy grande, y esto constituye un riesgo, puesto que se trata de una institución que concentra los medios de violencia de la sociedad.

Dicho riesgo, se minimiza en la medida que se lleve a cabo un efectivo “Control Civil”, en el sentido en que lo entiende Huntington: “El control civil está vinculado con el poder relativo de los grupos civiles y militares en la sociedad. Dicho control se logra en la medida que se maximice el poder de los primeros o, lo que es lo mismo, se minimice el de los segundos”1.

Es pertinente considerar, que dicho “control civil”, siempre se va a ejercer mejor, desde una democracia con Instituciones sólidas, y que goce de una amplia legitimidad, que desde una democracia con instituciones débiles y bajos niveles de legitimación.
En una mirada comparativa y de largo plazo, Uruguay aparece como un país ejemplar por su estabilidad política e institucional en América Latina. González Guyer (2013) afirma que, el rasgo predominante de las relaciones civil-militares uruguayas a lo largo del siglo XX y la primera década del siglo actual, es la subordinación militar a las autoridades democráticamente electas. Excepción hecha del interregno 1973-19852, a lo cual, debemos adicionarle algunas controversias en los años inmediatamente posteriores.

La Reinstauración Democrática

A partir de la reinstauración democrática en 1985, las Fuerzas Armadas, ha redundado en un tema tan delicado como recurrente. Apenas reinstaurada en el 85′, la novel democracia debió navegar en aguas procelosas en materia del relacionamiento con las Fuerzas Armadas. En ese sentido, debemos recordar que durante el primer gobierno de Julio María Sanguinetti (1985-1990), el tema derechos humanos derivó en una crisis política, cuando el entonces comandante en Jefe del Ejército, Gral. Hugo Medina, guardó celosamente las citaciones para comparecer ante la Justicia Civil, de personal de las FF.AA., presuntamente implicado en violaciones a los derechos humanos durante la pasada dictadura. Crisis que se terminó zanjando con la promulgación de la Ley de Caducidad.

Durante la presidencia de Lacalle Herrera (1990-1995) continuaron las turbulencias en materia de las relaciones civiles militares. El nuevo presidente, aplicó su impronta con el ascenso de oficiales nacionalistas a las cúpulas militares, y una serie de cambio en la organización -crear una fuerza de despliegue rápido, más pequeña y profesional-, que se manifestaran con la irrupción de grupos de propaganda armada, que realizaron una serie de atentados dinamiteros. Sin embargo, el punto más álgido en materia de las relaciones con los militares, fue el caso Eugenio Berríos, el cual derivó en otra crisis política, la cual se zanjó felizmente de manera incruenta3. El segundo gobierno de Sanguinetti (1995-2000) significó una vuelta a la calma en materia de las relaciones civiles- militares. El propio expresidente confesó al autor: “Intenté recomponer las situaciones de crispación que habían ocurrido”4. Luego vendrían otros tiempos, los de la presidencia del Dr, Jorge Batlle (2000-2005) y la “Comisión para la Paz”, hecho que algún oficial retirado consideró: “el principio del fin”. La presidencia del Dr. Tabaré Vázquez (2005-2010), el ingreso a los cuarteles en procura de restos de detenidos desaparecidos, los primeros hallazgos, así como también, los primeros procesamientos.

Las relaciones civiles militares

Históricamente, los dirigentes políticos uruguayos, intentaron mantener sus relaciones con los militares, a través de dos vertientes fundamentales: 1) los ascensos a las cúpulas militares, 2) la asignación del presupuesto. Fuera de estas vertientes, los militares han gozado de total autonomía para manejar su presupuesto.

En cuanto a la subordinación de las FF.AA., a las Instituciones Democráticas, la misma ha sido mayoritaria, excepción hecha del periodo dictatorial, el cual debería establecerse en este caso, a partir del 8 de febrero de 1973, cuando en aquella oportunidad los mandos militares del Ejército y la Fuerza Aérea (no así la Armada), desconocen al Ministro de Defensa designado por el presidente de la República.

En materia de relación con los ministros de Defensa: “El ministro de Defensa, es el comandante en Jefe del Ejército”, comentó al autor, un alto oficial retirado5 quién solicitó reserva de su identidad. Mas allá de este punto de vista, desde la reinstauración democrática, se han sucedido varios ministros de Defensa. Desde Juan Vicente Chairino en 1985 -famoso por su muletilla, “no tengo conocimiento”, cada vez que un periodista le hacía una pregunta capciosa-, hasta el presente, Armando Castaingdebat, se han sucedido 16 ministros de Defensa. Cada uno con su respectiva impronta.

Tal vez, Azucena Berrutti (2005-2008), fue quien peor cayó en la interna militar. No solo por el hecho de ser la primera mujer en ejercer el cargo, sino también porque durante su gestión, impuso las primeras limitaciones a algunas de las prerrogativas tradicionales de la corporación castrense. A todo esto, adicionarle la remoción del comandante en Jefe del Ejército, Gral. Carlos Díaz, por mantener una cena con actores políticos -sin informar a la ministra Berrutti, ni al presidente Vázquez-, en octubre de 2006.

Por otro lado, el ministro que quizá se entendió mejor con los militares, fue Fernandez Huidobro (2011-2016). A este respecto, es posible estimar que tratándose de ex combatientes, Fernández Huidobro y los militares, se profesaran un respeto mutuo. Sin embargo, un alto oficial retirado, me comentó, “No olvides que ambos son nacionalistas, y los nacionalismos en sus extremos, se unen”6. A este respecto, resultan significativas las declaraciones del entonces comandante en Jefe del Ejército, Gral. Guido Manini Ríos, en el marco de la ceremonia por el fallecimiento del ex ministro Fernández Huidobro7.
En un estadio intermedio, podríamos ubicar a quien fuera el último ministro de Defensa en dejar su cargo, el Dr. Javier García (2020-2024).

En el debe, tiene la adquisición de los aviones Hércules, en 2020, los cuales, han estado lejos de colmar las espectativas.
En su haber, un buen relacionamiento con la fuerza, la adquisición de tres lanchas patrulleras para la Armada, la ampliación de la base naval de Fray Bentos. Además, el haber apoyado desde el ministerio de Defensa, la jornada del 31 de agosto de 2021 en el Instituto Militar de Estudios Superiores -en la cual, entre otros, participé como orador-, procurando que la oficialidad joven, o sea, los futuros comandantes en Jefe del Ejército, fueran testigos de primera mano, de una visión civil de la vida institucional del país.

De Cara al Futuro

De cara al futuro, la pregunta no debería ser ¿Fuerzas Armadas si, o Fuerzas Armadas no?
Hoy Uruguay tiene mayor porción de mar territorial, que de territorio propiamente dicho. Este hecho, redunda en la necesidad de salvaguardar los recursos marítimos.

Como consecuencia del narcotráfico, tiene además, la necesidad del control fronterizo y el control del espacio aéreo. Tiene además, la necesidad de contar con una fuerza, que tenga los recursos necesarios para actuar ante la ocurrencia de desastres naturales.
Es por estos motivos, que se hacen imprescindibles otras interrogantes. ¿Que tipo de Fuerzas Armadas necesitamos? ¿Más pequeñas, profesionales, dotadas de tecnología y de despliegue rápido? Como quería Lacalle Herrera. ¿Una Armada dotada de poderosos radares, y lanchas de respuesta rápida? A fin de realizar la custodia nuestra riqueza marítima. ¿Una Fuerza Aérea dotada de radares y aeronaves de respuesta? En procura de realizar el control de nuestras fronteras y del espacio aéreo.
En definitiva, muchas interrogantes y desafíos para las menguadas arcas del Estado, máxime, cuando el mismo tiene la premura de tener que ponderar otro tipo de necesidades.

Ahora bien: ¿Sería posible llevar adelante estas transformaciones con la sola reasignación de recursos?
En virtud que no podemos dar respuestas simples a preguntas complejas: Queda planteada la interrogante.

1 Samuel Huntington, citado por González Guyer (González Guyer: 2002: 07).
2 El periodo dictatorial comprendido entre 1973-1985, excede el marco del presente trabajo.

3  En este caso, se resolvió con un cambio en la decisión del presidente y una tibia diatriba a los generales. Para más detalles ver: Pasquariello, Alejandro 2020 “La Restauración Compleja” Primeros Pasos y Tropiezos de la Democracia. Autoedición. Montevideo.

4  Entrevista con el autor, para Marcha Forzada (2017)

5  Entrevista con el autor, para La Restauración Compleja (2020).

6 El oficial solicitó al autor, absoluta reserva de su identidad. Entrevista con el autor, para La Restauración Compleja (2020).

7 Para más detalles ver: https://www.youtube.com/watch?v=vC0HqQw2Uuw

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Esta nota se encuentra basada en las siguientes fuentes:

González Guyer, Julián 2002 “La Política Exterior del Uruguay en el Ámbito de la Defensa” Toma de decisión en un tema opaco. Un avance en la interpretación de las relaciones FFAA en el Uruguay del Siglo XX.https://www.colibri.udelar.edu.uy/bitstream/123456789/7665/1/TMCP_GonzalezGuyerJulian.pdf González Guyer, Julián 2013 “Relaciones civiles-militares en Uruguay en su contexto; la perdurabilidad del control político civil en América Latina”, en Pion Berlín, D y Ugarte (comp.) “Organización de la Defensa y Control Civil de las Fuerzas Armadas en América Latina”, Jorge Baudino Ediciones, Buenos Aires (pp. 99-144)

López, Selva 2007 “Ciudadanía, Ethos y Formación Militar” en González Guyer, J. Aportes para una Nueva Ley Orgánica Militar, Debate Nacional sobre Defensa, MND-PNUD-UdelaR, Montevideo (pp.25-44)
Pasquariello, Alejandro 2017 “Marcha Forzada” Poder Civil/ Poder Militar. Editorial Fin de Siglo. Montevideo.

Pasquariello, Alejandro 2020 “La Restauración Compleja” Primeros Pasos y Tropiezos de la Democracia. Autoedición. Montevideo.
Discurso de Guido Manini Ríos: https://www.youtube.com/watch?v=vC0HqQw2Uuw

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