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Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

Causa y efecto: parlamento blindado y populismo plebiscitario

Los batllistas vamos a contrapelo. En una sociedad sin contenido y esquiva al debate, quienes nos sentimos bajo el ala izquierda de Don Pepe vamos a contramano. Hace unos días tuve la posibilidad de debatir con varios amigos batllistas y en la presente columna quisiera compartirles unas reflexiones extraídas de esa conversación. El tema central de nuestro debate es que muy pocas personas se dan cuentan de lo que me gusta denominar como populismo plebiscitario. La Constitución, como norma principal, no es otra cosa que un marco general, es decir, un conjunto de reglas básicas de juego, que nos permite desde ahí desarrollar todo nuestro entramado institucional, político e incluso social. El temor está en que hoy día por cualquier tema que sea, se busca solucionar con una reforma constitucional, sin importar que su solución sea legal, es decir, a través del mecanismo parlamentario (vía ley) y sin importar hacer de la Constitución un código maleable, donde es todo y nada al mismo tiempo. A eso nos lleva el populismo plebiscitario. El tema es que eso es solo la consecuencia, pero ¿cuál es la causa?

Quien escribe es un reformista confeso, tal como planteaba Luis Batlle Berres, con su revolución permanente. Los ciudadanos deberíamos ser constructores de nuestro tiempo siendo esto parte de la responsabilidad ciudadana. Y si eso implica reformar profundamente la constitución de la república es correcto. La cuestión radica en que nuestro sistema representativo, valga la redundancia, hoy no representa a nadie. Podemos observar como la mayoría de senadores y diputados (de quienes los ciudadanos desconocen los nombres de un grueso importante), se comportan como legisladores de cosas menores. Ello combinado con que hoy el parlamento no funciona correctamente, ya que los legisladores no representan un mandato popular en un parlamento más blindado que la propia Constitución. Eso es lo que provoca que, ante problemas legislativos, recurramos al populismo plebiscitario acerca de cuestiones que no deberían de recaer en la Carta Magna.

Estoy convencido que, en la actualidad, deberíamos reivindicar los mecanismos de democracia directa, llámese plebiscitos, referéndums, consultas populares, para las reformas de fondo que aparecen impostergables Nuestras repúblicas y democracias deberían caminar por la menor representatividad y, por el contrario, apelar a más democracia directa entendida como uno de los objetivos centrales del batllismo. Al mismo tiempo es necesario rediscutir un verdadero cambio de la Constitución con reformas realmente profundas. Deberíamos discutir sobre los poderes del estado, cambiar la composición del parlamento y sacar las listas sabanas, siendo ese probablemente el camino inicial absolutamente necesario para solucionar los verdaderos problemas institucionales y de la vida cotidiana.

Otros temas que se podrían discutir en dicha reforma constitucional, es el colegiado integral, la relección presidencial, el límite de reelección de los legisladores, el sistema de justicia con la elección popular y democrática de los jueces, etc. En definitiva, la conclusión a la que he intentado arribar en la presente columna es que el tema central de nuestros problemas no son las consecuencias en sí mismas, sino entender las causas que las provocan.

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