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Montevideo
Editor responsable: Rafael Franzini Batlle
sábado, diciembre 20, 2025

Y un día, tras el intento fallido en la elección anterior, deslumbró finalmente a los dirigentes y volvió el puntero derecho que le gusta jugar con el número 10 en la espalda. Sí, regresó Pedro después de las Elecciones Internas, sin pasar por la fase de grupos (requisito exigido aquella vez) y en el momento más oportuno para hacerlo: cuando el Partido Nacional -históricamente conservador- elige envuelto en polémicas a una actora sindical con pasado comunista como candidata a vicepresidenta de la República.

Desgraciadamente la mayoría de la interna del Partido Colorado piensa que el crecimiento real se puede dar por la derecha y para ellos se trata de una excelente noticia la vuelta de Pedro Bordaberry; en lo personal considero a esta manera de crecer parte de una incorrecta lectura histórica, a la que me gusta calificar como efímera en el tiempo. Podremos crecer algo ante la ausencia de Luis Lacalle Pou como candidato, un Cabildo Abierto que dejó de ser novedad sin poder parar el recreo y un enorme error cometido por Álvaro Delgado al elegir su compañera de fórmula, pero ya llegará nuevamente Luisito como en el año 2014 u otra cara herrerista con una muy buena agencia de marketing, y diga: ¡gracias por todo, pero correte nene y dejame tranquilo hacer la bandera!

Otro factor determinante: electoralmente el crecimiento por la banda derecha tiene techo incluido. El aparato y caudillaje blanco sigue existiendo, es fuerte a nivel electoral, no ha sido cambiante a lo largo de la historia en cuanto a la preferencia del voto y cuenta con un mínimo que no le permitirá a nuestra colectividad política llegar al 20% si solo jugamos de esta forma.

¿Y qué debe hacer el Partido Colorado? No seguir alejándose de sus raíces batllistas, las mismas que lo llevaron a ser gobierno algún día y protagonista de los cambios significativos que nuestro Uruguay conoció. 

Si bien muy pocos tienen credenciales para poder jugar por la banda izquierda de la cancha, y menos quedarán luego de la discusión del fusionismo a nivel nacional que no tardará en llegar; estamos y estaremos quienes entendemos al Partido Colorado como una entidad única, viva y con el Batllismo como movimiento rector, capaz de profundizar transformaciones y seguir reformando el Estado.

Llegará el momento de dejar de jugar para los intereses empresariales, religiosos y poner sobre la mesa una profundización final sobre la separación de los templos y el Estado; también el momento de debatir seriamente y darle un marco legal a las nuevas formas de relacionamiento que ya existen de manera informal entre uruguayos; de retomar la idea de una legalización progresiva de drogas y lograr fuertes campañas de concientización sobre su uso; de tener una nueva ley integral sobre la jornada laboral reduciéndola a 6 horas para los trabajadores; de debatir nuevamente los impuestos, quitando el impuesto al trabajo y logrando aumentar otros provenientes de una obra batllista y justa: impuesto a las tierras y a la herencia.

Batlle decía que no basta con garantizar la democracia política, tan solo su perfeccionamiento es un medio para alcanzar la democracia integral, social y económica buscada. Y esa democracia integral exige, decía el propio Batlle: “ir realizando ideas cada vez más avanzadas en la medida de lo posible”. 

En un país con democracia política plena, mi desafío y el de todos los batllistas será únicamente alcanzar esa “democracia integral”, más allá de las elecciones y los cargos.

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