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18 de Julio, Celebrar la Constitución y la República
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18 de Julio, Celebrar la Constitución y la República

Ciento noventa y tres años más tarde, y siete textos constitucionales después, celebramos hoy la Jura de la Constitución de 1830, fecha en la cual inauguramos al Uruguay, la República, tal y cual la conocemos.

No sin zozobras, sin el sacrificio de sangre derramada, y sin tiempos que más vale recordar sólo para reafirmar la voluntad de no repetirlos, este suelo patrio al oriente del río Uruguay, nuestra casa, fue construido como tierra de excepción.

Tal vez porque cuando no éramos los que somos José Artigas soñó una Provincia de raíces democráticas, con vocación de justicia y solidaridad social, y con destino de ilustración, hoy somos país. La República Oriental del Uruguay, benditamente reconocible desde fuera y desde nosotros mismos, una singularidad que hasta el día de hoy honra la idea republicana que inspiró a nuestros constituyentes.

Celebramos la Jura de la Constitución y los derechos que ella consagra, que en el correr de nuestra existencia se han profundizado para afianzar la convivencia, dando sentido al pacto social. Pero al hacerlo reconocemos que a su pleno goce no se llega únicamente por el enunciado de un texto en el que creemos, si no es propiciado además por oportunidades para todo el colectivo.

Porque la libertad que consagra nuestra lex magna no pasaría de ser una entelequia si no es posible reafirmarla en su ejercicio. Y su ejercicio no es posible sin las condiciones que el Estado debe administrar con eficiencia para que sea real.

Nosotros —y el mundo en que nos insertamos— somos producto de un tiempo distinto, básicamente mejor, porque el genio humano nos ha beneficiado con una calidad de vida superior traída por la ciencia y la industria en su evolución imparable.

No obstante, debemos reconocer que las mejoras de estos días no llegan a todos y que, infelizmente y a pesar de los avances, si nos proyectamos veinte años con los indices de deserción educativa que registra nuestro país, se desvanece la aspiración de mantener y trascender la visión de progreso, basada en la instrucción de su gente, que inspira a nuestra Carta Magna.

Y las oportunidades, si bien comienzan con la educación que nos permite aprovechar y aplicar al máximo nuestro potencial, no terminan ahí. Estas también dependen del cuidado del Estado a su gente: en una república que no osa castigar con la muerte a quienes infringieron la ley, es cuidar al ciudadano rehabilitarlo en la cárcel. Cuidarlo durante el encierro, para cuidar al resto de la sociedad el día que éste termina.

Del mismo modo que la situación de la educación y las cárceles parecen desmentir viejas aspiraciones constitucionales y afectar el desarrollo de los habitantes del Uruguay soñado, la falta de seguridad de quienes padecen la consecuencia de esas dos carencias también se traduce en falta de libertad.

El Estado debe ser fuerte para controlar, gestionar y solucionar estos problemas. 

Los asuntos en el debe son de responsabilidad compartida, tanto en el pasado, como en el presente. Les toca resolverlo al sistema político todo.

Los problemas que apuntamos tienen origen multidimensional y, bien que se miren, se relacionan en una suerte de retroalimentación permanente. Por eso —reconociendo que no hay soluciones simples para problemas complejos— es imprescindible el aporte de todos para encararlos con esperanza de éxito.

Este 18 de Julio, celebrar comprometidamente la Constitución es lograr el consenso que fue necesario para concebirla y aprobarla y aplicarlo a la solución de estos tres temas acuciantes que nublan la felicidad del futuro.    

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