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100 años de periodismo para un país mejor
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Texto escrito por Rafael Franzini Batlle en ocasión de los 100 años del diario El Día (1986)

Hace un siglo, en un día como hoy, José Batlle y Ordóñez, de 30 años, derrotado en la gesta del Quebracho tan sólo dos meses antes, fundaba el diario que hoy llega a sus manos. Y el hecho es motivo de indisimulado júbilo y, al mismo tiempo, de desafío. El júbilo, enorme, es producto de sabernos parte de esta institución que es EL DIA que, como decimos en el título de esta nota, ha hecho del periodismo una apuesta hacia una nación mejor y más grande. El desafío, de ma- yor magnitud aún, es mantener esa llama, lúcida y vigorosa, encendida de tal forma que dentro de 100 años alguien pueda, con el mismo orgullo que sentimos hoy, sentarse frente a una máquina de escribir y que le brote incontrolada la emoción que ahora, y quizá en desmedro de la claridad, recorre nuestra alma.

Por esa razón es que para ordenar las ideas apelamos a la fórmula sencilla y clara que el fundador de EL DIA nos dejó a todos aquellos que decidimos abrazar la tarea del periodismo; una frase que encierra la magia de la comunicación que se entabla a través de la prensa «pensar con claridad, para escribir con claridad». Comenzando, entonces, a hacer un repaso de lo que queremos rescatar del acervo guardado en las páginas de EL DIA, nos encontramos ante una verdad incontestable: el mejor homenaje posible es tomar la claridad del pensamiento de Batlle transformado por la claridad de su pluma en propuestas y demostrar que, indudablemente, este país fue pensado y construido desde el periodismo político.

Así se decía en el primer editorial «No creemos nosotros que a una revolución caída deba suceder un largo periodo de abatimiento… así se explica nuestra aparición en el estadio de la prensa»… La oposición a la dictadura de Santos en los hechos, por las armas, había fracasado, mas se abría en el Uruguay un tiempo nuevo de fundadas esperanzas en el que la pólvora sería troca- da por la tinta, Batlle y EL DIA iniciaban una nueva era cuya primera etapa concluía con el triunfo de la prédica que combatía la tiranía. Se decía en las páginas del 30 de noviembre de 1886: «Santos se ha ido! ¡Santos no gravita más ya sobre la República!… Ayer lo hemos visto partir para el extranjero»… «¡Adiós!» Una vez concluida la misión de enfrentar a la dictadura santista EL DIA comienza una campaña enfocada a lograr el funcionamiento del Partido Colorado.

Es la clara comprobación de un Batlle con ideas definidas en lo que concierne a los partidos políticos. En un momento en donde se dudaba y se ponían en tela de juicio las bondades de los partidos como expresión de la vida política, EL DIA defiende la organización partidaria. Ese hecho lo llevaría al cierre, ya que las ideas de EL DIA no eran compartidas y ante la disyuntiva ideal-economía, triunfó podemos decir hoy, felizmente- el ideal. Gracias a aquella concepción del Partido, es que hoy nos damos el gusto de apoyar a un gobierno de nuestro partido, un gobierno batllista. Hemos narrado dos hechos que no por conocidos pierden la importancia que nosotros les asignamos. Sintetizan, en efecto, nuestra propia concepción de EL DIA, nuestro ejemplo guía, en fin, el espejo en el que nos gustaría reflejarnos a la hora de la verdad. Así es como concebimos al periodismo, al servicio de una idea, desarrollándola, purificándola, divulgándola. Pensamos al respecto que no por tradicional es malo el periodismo partidario.

Más, no concebimos al Uruguay sin prensa político-partidaria. Creemos, y tenemos razones para hacerlo, en las bondades y en la necesidad de medios de difusión formadores de conciencias: imagine el lector con nosotros el apoyo que significó para Batlle el diario en que sostuvo, divulgó y defendió las ideas que lo hicieron un estadista sin parangón en el país. Imagine, del mismo modo, las ideas que rebatió, que combatió, que aniquiló y percibirá lo bueno que es dable alcanzar mediante la prensa partidaria y lo malo de que se nos ha librado.

Mucho más adelante en el tiempo, ya en la segunda época, reaparecía EL DIA. Se podía leer en su primer número: «Alistado en las filas del Partido Colorado coadyuvará con su propaganda, en cuanto le sea posible, a la organización y al triunfo legal de su partido». Delineado desde el principio el cometido, se convertirá EL DIA en un instrumento propicio para la organización del partido al cual Batlle pretendía reformar, para luego reformar al país. En un corto lapso Batlle accedería a la Presidencia de la República, y con él, EL DIA sería el vocero de una etapa de cambios profundos, de una verdadera revolución social. Al respecto comentaba Arena, otro «Cuando miro hacia el porvenir pienso que mi ambición se encontraría satisfecha si pudiera redactar con honor un periódico»… Batile, carta a su padre, mayo de 1880. De esos grandes hombres con que contara nuestro diario: «Cuando Batlle iba a subir por primera vez a la Presidencia, yo pensaba con azoramiento en la suerte de EL DIA. Acostumbrado a ver la vida paupérrima de los diarios. gubernistas yo pensaba que nuestro futuro gobiernismo pudiera arrastrarnos a una suerte parecida. Y empecé a maquinar buscando fórmulas que nos permitieran orillar el temporal sin sufrir una catástrofe»… «¡Sáquese esas majaderías de la cabeza! -dijo Batlle-. Los diarios gubernistas que Ud. ha visto fracasar ha sido porque sostenían gobiernos impopulares. Si, como espero, mi gobierno va a contar con la opinión, ya verá Ud. como EL DIA, no obstante ser gubernista, no sólo se sostendrá sino que empezará a subir.»

Los hechos darían la razón, nuevamente al fundador de este diario. Asi lo confirma Arena: «Tal lo fue que yo concluí por pulsar la situación del Batllismo en la circulación de EL DIA.» «Y me habló de que su diario iba a ser una gran empresa periodística.. ¡Que llegaría a vender veinte mil ejemplares diarios!». «No se imagina usted Arena la empresa que vamos a hacer -decía Batlle-. Todo es cuestión de tiempo» Batlle dejó a su muerte un diario más poderoso de lo que había soñado en sus charlas con Arena. Pero al poco tiempo épocas de sombra se cernían sobre una nación ya progresada y progresista. Terra, el gran traidor, se alzaba contra las instituciones. El hecho costaría más de lo que es dable dar a hombres de EL DIA y a EL DIA mismo: Brum ofrecía su sangre generosa, los hermanos Batlle Pacheco sufrían la prisión o el destierro, EL DIA era clausurado o censurado previamente.

Y si bien la batalla por la libertad fue ardua, fue, otra vez más, un hombre de este diario, uno de los artífices de la salida hacia la reinstitucionalización del país: César Batlle Pacheco. Mucho más cerca en el tiempo, en este recorrido a vuelo de pájaro, nos encontramos a EL DIA luchando por un postulado de Batlle, uno que viene desde 1913 y al cual el constructor del Uruguay moderno le dedicaría una etapa fundamental en su vida. El colegiado, idea magna encaminada a recortar los poderes exorbitantes de un Ejecutivo fuerte al cual la República le debe tantos pesares. El 27 de junio de 1973, los orientales comenzamos a transitar un espacio oscuro de nuestra historia. EL DIA terminaba el editorial de aquella fecha en estos términos: «Sometiéndonos a la ley en todo y por sobre todo también todos resultaremos victoriosos.». ..»Mediante la Ley, siempre mejorable, con el rigor que la sociedad de- termine, a cualquier género de delincuencia, incluido el de los que estafan y roban al pueblo en sus bienes»… Concluía «En una palabra, EL DIA, como siempre, permanece en la defensa de la Ley». Encontraba la dictadura en EL DIA un opositor, fiel a una tradición marcada desde el dia de su fundación. Y entre los sinsabores de aquella época llevamos, como galardones de honor, varias clausuras y en 1977, la expulsión del país de su Redactor Responsable. En el año 1980, intentábamos nuestra primera colaboración en ese diario y escribíamos en La Semana de EL DIA: «El sacro derecho a disentir desde el seno de un partido político es hasta hoy inexistente y el no menos importante derecho a participar de las opiniones de líderes naturales, también, desde que se encuentran proscriptos. ..»volvamos a la idea de Batlle, a esa concepción humanitaria del hombre y el legado que nos dejó y que está aún hoy a 51 años de su muerte- inconcluso». Nos cabe hoy, el inmenso honor y la pesada carga de continuar al servicio de la Libertad, desde la subdirección de EL DIA, y para hacerlo a conciencia nos queremos guiar por conceptos de Justino Jiménez de Aréchaga vertidos en ocasión de definir a un periodista de esta casa: «Es Ley de nuestra Historia que los grandes periodistas surjan en hora de dificultad o de tormenta» …cuando los tiempos son duros, cuando el desaliento, la incertidumbre o el temor ganan más espíritus, a la vez el pueblo siente la necesidad de que se enciendan luces en su camino y el silencio prudente de muchos de los que podrían cumplir esa misión rectora deja al rebaño sin pastor.». Porque yo también encontraría mi ambición satisfecha si, como Batlle, pudiera redactar con honor un periódico.

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